Redacción
Chug-Chug se encuentra en el árido desierto de Atacama y a lo largo de una antigua ruta caravanera que unía los oasis de Calama y Quillagua. Se estima que sus más de 500 figuras con motivos geométricos, zoomorfos y antropomorfos observables en el lugar, fueron plasmadas entre el año 1.000 AC y el 1.500 DC.
Las principales amenazas a la conservación de los geoglifos de Chug-Chug son el turismo desinformado, la instalación de torres de alta tensión que alimentan de energía a las faenas mineras cercanas y el grave e irremediable daño causado por el paso de los vehículos que participan de eventos de competencias off-road.
Gonzalo Pimentel, arqueólogo y director de la Fundación Desierto de Atacama, asegura que uno de dichos eventos es el "Rally Dakar", que "en los últimos años ha afectado tramos que tenían un excelente grado de conservación".
De igual modo, se suma el reciente paso del Rally Desafío Desierto (mayo de 2015), en que participaron 110 vehículos "y arrasaron con parte del camino caravanero prehispánico, con lo cual quedó, una vez más al descubierto la desprotección del área frente a este tipo de actividades".
Importancia
Los geoglifos son un tipo de arte rupestre muy poco frecuente en el mundo. Es posible encontrarlos en Australia, Estados Unidos, Gran Bretaña, la Península Arábiga, el Desierto Andino de Chile y Perú y hace poco se acaban de descubrir algunos en Kazajistán.
En Chile y Perú se encuentran los principales y más importantes sitios de geoglifos en todo el mundo, uno de los cuales es Chug-Chug en la Región de Antofagasta.
La ubicación de Chug-Chug, según Pimentel, presenta cualidades geológicas y climáticas que permiten la preservación de todas las huellas humanas, lo que permite que evidencias de tiempos prehispánicos se mantengan en buen estado de conservación. Sin embargo, los geoglifos son manifestaciones sumamente frágiles y durante las últimas décadas la acción irresponsable del hombre los ha ido alterando directamente.
Desde el año 2010, la Fundación Desierto de Atacama viene desarrollando una importante labor de protección y conservación del patrimonio del desierto, especialmente en Chug-Chug, donde se levantó una propuesta para que este sitio se transforme en un gran parque arqueológico, considerando la importancia de los geoglifos para la arqueología, el conocimiento del pasado prehispánico de la zona y el patrimonio que representan para toda la sociedad.
En conjunto con el Consejo Autónomo Ayllus Sin Fronteras y la Comunidad Indígena Aymara de Quillagua, esta fundación ha instalado un campamento de investigación y un mirador provisional para apreciar los geoglifos en el marco de un "Plan de investigación, conservación y puesta en valor patrimonial" patrocinado por el Consejo de Monumentos Nacionales que contempla a las comunidades locales como actores protagónicos de la protección de su patrimonio cultural.
Programa Watch
En el marco de su trabajo, y a causa de la fragilidad de los geoglifos de Chug-Chug y al progresivo estado de deterioro, la Fundación postuló el sitio al programa Watch de la World Monuments Fund, la que lo incluyó en su nómina 2016 de 50 sitios patrimoniales gravemente amenazados a nivel mundial y a la par del enclave arqueológico de Petra en Jordania, el parque Chapultepec en México y el Cementerio General de Santiago en Chile.
La inclusión de Chug-Chug en el Watch 2016, y la solicitud de nominación como Bien Nacional Protegido al Ministerio de Bienes Nacionales, junto a otras acciones de la Fundación en miras a la preservación del patrimonio le otorgan a Chug Chug una mayor relevancia y visibilidad tanto a nivel nacional como internacional, lo que contribuirá a su protección y conservación para las futuras generaciones.
Datos del sitio
Chug Chug se ubica en el límite de las comunas de Calama y María Elena.
En el sitio se concentran alrededor de 500 figuras.
Algunos de estos geoglifos datan del Periodo Formativo, desde el año 1500 AC al 500 DC, aunque su mayor expresión corresponde al Período Intermedio Tardío, desde el año 900 al 1450 DC.