Las cartas olvidadas de la "maestra rural"
El Museo Histórico Nacional conmemoró los 70 años del Nobel con una exposición que exhibió correspondencia de Gabriela Mistral. En las misivas, la autora manifiesta su amor por los niños, la escuela, la femineidad y, en particular, por los alumnos de Montegrande. Las especialistas Macarena Urzúa y Natalie Guerra repasan el interesante legado epistolar de la poetisa.
La obra epistolar es siempre una interesante extensión de un corpus literario. Especialmente en el caso de Gabriela Mistral, cuya lucha por la educación y los derechos humanos se manifestó vehemente al margen de su escritura poética. Es por esto que hace algunos días, con motivo de la conmemoración de los 70 años del Premio Nobel de Literatura, el Museo Histórico Nacional exhibió cartas de la poetisa que giran en torno a la educación. Los manuscritos fueron comentados por Macarena Urzúa, doctora en Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Rutgers, y Natalie Guerra, magister en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Chile. Las misivas, escritas tras la Segunda Guerra Mundial, reflejan la constante preocupación de la autora por la educación de manera integral y están siempre pensadas en los pequeños alumnos de Montegrande. Una de ellas está dirigida, de hecho, a la directora de la escuela de esa localidad e incluye apuntes prácticos para ponerla en marcha. En otras se conmueve ante las carencias económicas de algunos niños. Aunque recorría el mundo como una estrella, Mistral no podía desligarse de su esforzado lugar de origen.
"La importancia de las cartas radica en que muestran una faceta de la vida y obra de Mistral que ha sido poco rescatada y difundida: su estable contacto con Chile y en específico, con la localidad que la vio crecer (Montegrande y el Valle del Elqui, en general), pese a que no volvió a vivir en el país desde 1922", destaca Natalie Guerra.
"Estas cartas dan cuenta de su constante preocupación por la educación rural y por aportar a ella, en este caso, solucionando problemáticas muy comunes en las escuelas de la primera mitad del siglo XX en provincias: la falta de recursos mínimos de las alumnas y alumnos, como zapatos y vestimentas. Por otro lado, justamente, dan cuenta de las dificultades de la educación y de la importancia de la colaboración de particulares para su funcionamiento, demostrando con ello que la labor del Estado entonces tenía mucho por delante. En ese sentido, como documento histórico son muy interesantes de poner en contexto y analizar", describe Natalia Guerra.
"Siempre queda la sensación de que hay que seguir leyendo a Mistral, su prosa, poesía y estas cartas para llegar a comprender a esta intelectual", agrega Macarena Urzúa. "Mistral escribe desde el afecto a la letra, al oficio, a una escritura inagotable, así como aún quedan demasiadas lecturas para agotar de Mistral, cuántas dimensiones políticas, geográficas, cartografías emocionales nos hemos quedado mezquinos al analizar su poética".
Zapatitos de niño
La correspondencia exhibida en el Museo Histórico Nacional complementa, de alguna manera, la que ha sido recientemente rescatada en el libro "Carta para muchos", de Karen Benavente y Daniela Schutte (Origo, 2015), además de los textos recopilados en la Antología Política de Gabriela Mistral: "Por la humanidad futura", editada por Diego Del Pozo (La Pollera, 2015).
"En las cartas se deja ver la preocupación por todos los detalles que rodean y contribuyen a llevar a cabo la labor de la educación de niños y niñas. Por ejemplo, el envío de libros, ropa, telas y zapatos para los estudiantes de la escuela de Montegrande, como se ve en la correspondencia que sostiene con la directora de esa institución. Es ropa para las niñas que encarga a confeccionar a su amiga Carmela Echenique", destaca Urzúa.
La fecha y la procedencia de las cartas también es relevante. "Fueron escritas en Petrópolis, lo que nos lleva a pensar en su estadía en Brasil, en la posguerra, en el contacto con los exiliados y luego la muerte de Yin Yin. Sin embargo, eso no la aleja de esta constante preocupación de ponerse siempre ahí para quienes necesitan", dice la investigadora.
En una de estas cartas Mistral se refiere a una foto que la poetisa mira: "Hay 7 niños descalzos en solo la primera fila (de la foto), es la escuela 28… yo puedo hacer que manden siete pares de zapatos si esas criaturas siguen en ese estado", puso la Mistral con puño y letra.
Educación de niñas
Según Natalia Guerra, mientras Gabriela Mistral fue maestra rural en Chile le preocupó el maestro como sujeto crítico y creativo. Que enseñara con el gesto y la palabra, donde fuera, en cualquier parte.
Ella misma decía que se debía amenizar la enseñanza con anécdotas oportunas y relacionar cada conocimiento con la vida. En una etapa posterior, cuando visitó México invitada por la Secretaría de Educación de ese país, consolidó un pensamiento pedagógico de corte agrarista y campesino.
Pudo allá desarrollar más profundamente un quehacer educativo que en Chile había impulsado solitariamente y sin el apoyo necesario.
"Aunque se sabe que junto a Pedro Aguirre Cerda, tenía el proyecto de fundar una escuela-granja (agraria) en Los Andes, su estadía en México fue la que le permitió profundizar su latinoamericanismo e indigenismo: abogaba por una educación desde lo local, que no imitara modelos europeos como solían hacer la elite chilena que guiaba el Estado de entonces", explica Urzúa. Enfatiza que Mistral se dedicó sobre todo a la "educación de las niñas". A los 17 años, por ejemplo, publicó "La instrucción de la mujer" en "La voz del Elqui". "Eso ocurrió años antes que "El cuarto propio", de Virgina Wolf", destaca la especialista.
En ese texto fundacional, la escritora anotó: "Es preciso que la mujer deje de ser la mendiga de protección y pueda vivir, sin que tenga que sacrificar su felicidad con uno de los repugnantes matrimonios modernos… vibre su nombre en el mundo intelectual… y no sea al lado del hombre ilustrado ese ser ignorante… Tendréis en el bello sexo instruido, menos miserables, menos fanáticas y menos mujeres nulas… La instrucción hace nobles los espíritus bajos".
En 1923, en tanto, planteó su mirada en la introducción de "Lecturas para mujeres", publicado en México.
"Ahí demuestra su inquietud por la educación de las mujeres, lecturas hispánicas y traducidas del ingles, sin dejar de lado la sección hogar, cree que lo femenino no debe descuidar lo maternal. No quiere un manual a lo sajón", observa Urzúa.
Guerra agrega: "Veía en la educación, sobre todo la femenina, un paso hacia una mayor igualdad social, pues cuando fue maestra, las niñas se veían incorporando a la educación recientemente, pensemos que la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria es tardía, de 1920, ella se retiró en 1922".
Enfermedad lírica
Mistral se refiere en varias cartas y textos a la importancia de impartir una educación poética. Como lo hace también en una entrevista que concedió para "La Libertad", de Madrid, publicada el 21 de julio de 1933. "Pero me siento en más puro acuerdo con estos poetas renovadores (Alberti, Salinas, García Lorca) que con los que lagrimearon tanto romanticismo llorón en sus libros. Estimo en especial de las nuevas escuelas la renovación de la metáfora y de la imagen. Yo misma comprobé que los niños entienden y gustan de las imágenes y metáforas que algunas escritores llaman absurdas… quizás yo he padecido esa enfermedad ultra lírica".
Más adelante, en la misma entrevista, sostiene: "El culto esencial es al niño. En él debemos poner nuestras esperanzas".
- ¿Qué rol tiene esta mirada integral sobre la educación en el Chile de hoy?
-Creo que en las cartas a la directora de la escuela y en muchas otras misivas, queda clara la idea de que nunca los recursos son ni serán suficientes para atender la tarea de la educación del modo en que es debido. Para la Mistral la educación poética era fundamental, así como el aprender canciones, ritmos, historia de los indígenas, reivindicar al mapuche; son temas que ya se discutían. Esto no ha variado mucho hoy. En nuestro contexto, es difícil pensar en algo más lejano para el mercado y el capital que enseñar poesía; no se enseña en nuestras escuelas y ni siquiera demasiado en las universidades. Ella no estaba alejada de aquellos temas que siguen siendo fundamentales para atender a la educación primaria, secundaria y superior de nuestro país y también de Latinoamérica -responde Macarena Urzúa-.
Añade Natalia Guerra algo anecdótico y elocuente: "Las cartas señalan que Gabriela no quería que las vestimentas confeccionadas para niños y niñas de la Escuela de Montegrande fueran iguales, no quería que parecieran uniformes. No sé los motivos, pero sin duda esa aprehensión da cuenta de la particular mirada que Gabriela tenía de la escuela y de la educación, como un espacio de creatividad y comunidad, pero también para la diferencia".
Por Andrés Nazarala