Por qué el ejercicio no tiene el mismo efecto en todas las personas
DEPORTE. Ciertos genes vinculados con el funcionamiento del corazón serían responsables de la adaptación a la actividad física.
Cualquiera que haya visitado un gimnasio habrá observado alguna vez a personas que parecen obtener mejores resultados a través de la actividad física que otras. Un grupo de expertos, además de confirmar que el ejercicio no tiene los mismos efectos en todos, logró determinar por qué pasa esto.
Estudios publicados años atrás ya habían sugerido que la genética está detrás de estas diferencias, pero científicos estadounidenses y noruegos entregaron ahora nuevas pistas.
En un informe publicado en Journal of the American College of Cardiology, académicos de la U. de Michigan y de la U. Noruega de Ciencia y Tecnología describieron un experimento que hicieron con ratas.
Según reprodujo The New York Times, un grupo de estos roedores poseía un conjunto de genes que respondían de buena manera al ejercicio, permitiéndoles estar en muy buena forma después de unas pocas semanas corriendo; mientras que el segundo grupo de ratones tenía otro tipo de genes y obtenía menores beneficios cardiovasculares a partir de la misma rutina de ejercicios, al parecer porque los músculos de su corazón no respondieron como se esperaba.
Los autores del paper subrayaron que sus resultados suscitan la pregunta sobre si la gente que intenta infructuosamente ponerse en forma deberían reconsiderar sus rutinas de ejercicio.
Algo en común que han tenido las investigaciones científicas sobre la actividad física es la brecha observada entre los participantes que obtuvieron resultados positivos en su cuerpo gracias al ejercicio, y aquellos que no lograron los mismos efectos.
Por ejemplo, en un estudio publicado en marzo, 95 hombres y mujeres con sobrepeso fueron sometidos a cinco meses de ejercicio de resistencia o pesas. Al cabo de ese periodo, los voluntarios fueron, en promedio, un 8% más fuertes o con mejor estado aeróbico, dependiendo del programa que siguieron. Sin embargo, un 13% de los que hicieron ejercicio de resistencia perdió capacidad aeróbica y un 30% de los que hizo pesas se volvió más débil.
Para este nuevo estudio, los investigadores crearon dos razas de ratas: una respondería bien al ejercicio y la otra no. Para lograr esto, primero hicieron correr a los ratones por varias semanas y tomaron nota de las distancias que lograban recorrer con el fin de analizar qué tan bien se adaptaban al entrenamiento.
Los ratones machos que corrieron las mayores distancias fueron cruzados con las hembras que mostraron el mismo desempeño. Mientras, los animales que tuvieron la menor resistencia fueron cruzados con las hembras que respondieron de igual forma.
Después de siete generaciones, los científicos tuvieron ratas que debían ser muy resistentes y poco resistentes al ejercicio, respectivamente.
La primera etapa del experimento demostró que esa suposición era correcta. Los dos tipos de ratas fueron ubicadas en pequeñas máquinas trotadoras y se les asignaron ejercicios idénticos en velocidad e intensidad.
Al concluir el programa, las ratas cruzadas para responder bien al ejercicio habían aumentado en un 40% la distancia que eran capaces de recorrer. Las otras ratas fueron mucho más reticentes al entrenamiento, perdiendo por lo general un 2% de su resistencia durante el programa.
Luego los científicos examinaron los corazones de los roedores, debido a que se esperaba que se originaran diferencias en las respuestas cardiovasculares al ejercicio. Normalmente, el ventrículo izquierdo del corazón, tanto en estos animales como en los humanos, se agranda y es capaz de contraerse más después de un periodo de entrenamiento de resistencia.
En el caso de las ratas que respondieron bien a la rutina, las células de sus ventrículos izquierdos mostraron cambios asociados a crecimiento y potencia. Para los autores, esto significaba que estaban desarrollando corazones de atleta.
No ocurrió lo mismo con las otras ratas. Las células de sus ventrículos izquierdos se mostraron igual que los de los animales que no hicieron ejercicio. Esto sugirió que casi no hubo adaptaciones fisiológicas a la actividad física.
Según Ulrick Wisloff, profesor del plantel noruego, estos resultados podrían explicar por qué algunos animales perdieron resistencia durante el entrenamiento. Es decir, si los corazones no se adaptan a los requerimientos del ejercicio, los ejercicios debilitan los cuerpos, no los fortalecen.
Genes que repercuten en la adaptación
El estudio encontró que la actividad genética repercute en las adaptaciones fisiológicas al ejercicio. Cuando se analizó la expresión genética de las células cardiacas de los ratones, se encontraron más de 360 genes que estaban operando de manera diferente en los dos grupos de roedores. Muchos de esos genes participan en los procesos que incrementan el tamaño y fuerza del corazón. Los autores observaron que estos genes no estaban funcionando de manera tan efectiva en los animales reticentes al ejercicio.
2 tipos de
ratas estudiaron los científicos: unas respondían bien al ejercicio y otras no. 360
Los autores identificaron 360 genes que estaban funcionando de manera distinta en estos dos tipos de ratones. 13%
En otro estudio, un 13% de los voluntarios que hicieron ejercicio de resistencia perdió capacidad aeróbica.