El 1 de septiembre de 1989, debe estar entre las jornadas más negras del fútbol chileno, y del balompié mundial. La tarde de aquel día, se vivió uno de los escándalos más grandes en la historia deportiva, cuando el arquero nacional Roberto Rojas, fingió ser dañado por una bengala que cayó aproximadamente a un metro de distancia.
La mentira se mantuvo varios meses y fue conocido como el 'Caso Rojas'. A pesar que en la Fifa y en el resto del mundo rápidamente advirtieron que todo era un fraude, muchos colegas de Rojas y dirigentes siguieron acusando que el fuego de artificio, o al menos una parte, había golpeado al jugador, desconociendo que todo era un ardid.
Rojas, simplemente, se había autoinferido la herida, con un bisturí guardado en uno de sus guantes.
El 'Caso Rojas' no fue un hecho aislado. Fue, probablemente, el punto cúlmine de una serie de desafortunados hechos protagonizados durante años por el fútbol chileno. Malas prácticas, desorden, mafias, regalías, escaso profesionalismo e intentos pésimos de copiar las peores experiencias del fútbol del Atlántico: barras bravas, sobornos, amenazas, entre otros.
Esa era la realidad a la que no escapaban dirigentes y jugadores.
El corolario fue terrible: Chile suspendido de competir en dos mundiales de fútbol adulto y varios jugadores y directivos imposibilitados de seguir sus carreras. Tras eso, el país entró en un proceso de limpieza, cuyo punto mayor, es muy posible que se registre en la administración del antofagastino Harold Mayne-Nicholls y el arribo de Marcelo Bielsa.
Todo ello, hasta el final conocido. El cierre de ese proceso, el ingreso del español Jorge Segovia y su posterior huida del país, el triunfo de Sergio Jadue, la salida de Bielsa y la actual renuncia y declaración de culpabilidad en EE.UU. del calerano, en un escándalo que parece aún peor que el de 1989.
Otra vez el fútbol chileno en medio del escándalo internacional, curiosamente en medio del mejor proceso futbolístico de su historia.
La industria de este deporte, lamentablemente, coquetea muy a menudo con la opacidad y el delito.