Sabella por Pérez-Laborde
Es pecado, lo sé, dicen que voy para "mal de Diógenes"; nuevo apelativo para quienes nos rehusamos a botar todo a la basura y quedarnos con habitaciones "minimalistas". Papeles, sobretodo, inundan mi hogar.
Una vez, en los setenta, guardé una hermosa entrevista que la periodista Elga Pérez-Laborde hiciera a Andrés Sabella, con fotografías de Carmen Ossa. Guardé solo las dos hojas. Regalé la revista, que creo era una Paula. Desde entonces, nunca he podido encontrar ambas hojas. Encuentro una, la dejo en un lugar "visible", pero cuando encuentro la otra tiempo después ¡la primera no está en ninguna parte! Esto, varias veces, en el lapso de 40 años…
Tengo una de ellas a la vista, con fotografía de Andrés en impecable traje de marino o pirata elegante y una caricatura suya con el "aviso" de "Pirata perdido busca cautiva"…
La periodista dice "Cómo escribir sobre un hombre tan cálido, tan amigo, sin temor de no encontrar todas las palabras que se merece. Antofagasta y su gente tienen en él un tesoro de humanidad, de conocimiento, de amistad. Todos caben en su corazón…"
"Dividido y fluctuante entre el ser soñador y etéreo, y el pantagruélico que arma sus tardes endulzadas con tinto "ensacado" y mariscos. En realidad, cabe en él mucho más que el escritor. Pertenece a esa cada vez más extraña estirpe, regalo difícil de encontrar en la vida, la de Ser Humano con mayúscula. Y también es profesor innato, pintor, conversador inagotable."
"A él no se le escapa la poesía ni siquiera en un telegrama" escribe Elga: "Cuando me sentaba a escribir su entrevista recibí uno suyo: "Gaviotas y mi cariño quedaron tristes tras su partida. Andrés". Para la fotógrafa y para mí. Un destello del corazón que tiene dentro."
"Optimista consuetudinario, cree con fervor que el hombre puede entenderse con el hombre. "Mi consigna es paz y poesía, y esta dará al hombre los equilibrios que necesita"…
Si usted quiere leer el resto de la entrevista, ya lo sabe: tiene que esperar; aún reviso cajas y estantes sin encontrar la hoja que me falta…
Cecilia Castillo