Patricio Orellana A.
A sus casi 60 años de edad, el chef francés Bernard Leroy-Pawloff tiene más de una historia que contar. Reconocido y recordado en Santiago por la extraordinaria panadería que aún maravilla en su reparto a distintos sectores de la capital, el galo se apunta hoy un nuevo emprendimiento: el restaurante Le Petit Bernard, en pleno corazón de Bellas Artes. Tal como lo dice su nombre, un lugar pequeño y acogedor, donde cada plato es preparado con precisión y con la intención de dar placer a cada uno de los comensales; esto, a través de la textura y explosión de sabores que logra en cada receta.
No obstante, no es su carta con seis entradas y ocho platos de fondo (que van variando dependiendo de la temporada y de los productos más frescos del día), lo que nos lleva a él. Su calidad como chef lo llevó en los años ´90 a abrir el restaurant "Bernard Organic", en Nueva York, y a tener simultáneamente una empresa catering para grandes estrellas, ocasión en la que tuvo oportunidad de cocinar, de manera privada, para los Rolling Stones y David Bowie, entre otras famosas personalidades.
En el caso de sus "satánicas majestades", quienes arriban nuevamente a nuestro país el próximo 3 de febrero, por medio de la gira Olé Tour 2016 (Estadio Nacional, 21 horas), su oportunidad la tuvo en medio de la gira de promoción del disco "Steel Wheels". "Con Mick Jagger teníamos un amigo en común y tiempo después, en 1989-1990, tuve la ocasión de cocinar para ellos cuando pasaron por Nueva York. Fue muy entretenido ver la onda entre ellos, cómo se relacionaban, pues hay dos estrellas, que son Mick Jagger y Keith Richards, mientras que los otros tienen un perfil más bajo, siendo muy caballeros entre todos ellos. Fue una experiencia muy entretenida", recuerda Bernard.
Luego agrega: "fue muy especial porque es un momento único. Estar tan cerca de personas tan importantes para la música mundial es fascinante. En Chile también atendí a Lou Reed, lo que igualmente fue muy entretenido".
El Duque Blanco
A quien igualmente tuvo ocasión de satisfacer su apetito fue al recién fallecido David Bowie. "A él fue a quien más veces le he cocinado. "Recuerdo cuando se acercó y me dio un beso de saludo, muy a lo Estados Unidos, y me dice "hello, my name is David", como si fuera cualquier persona. Y se sentó a la mesa, invitándome también a compartir. En otra ocasión fue a comer a Nueva York, junto a Iggy Pop. Siempre fue una persona muy educada, muy sencilla y humilde; ningún gramo de prepotencia. Se nota la clase humana que tenía. De primer nivel", rememora el chef francés.
Asimismo, la esposa de Bowie, Iman, también fue cercana a Bernard, pues también tuvo una breve relación con el mundo de la moda, en Nueva York. "Conocí a todas las modelos y a ella, particularmente, la recuerdo como una persona de una belleza excepcional, pero más que eso, muy sencilla, como era Bowie, lo que quizás motivó la unión de esta pareja única".
¿Alguna anécdota que recuerdes de tu cercanía con el espectáculo?
- Mira, no sé si anécdota, pero te puedo contar que jamás me saqué una fotografía con ninguna de estas estrellas, porque siempre quise evitar el provincianismo de tener que llegar a eso. Creo que para ellos es un respiro el poder compartir con alguien que no quiera sacarse una foto o tener un autógrafo de ellos. Con Lou Reed fue al revés, porque él me sacó fotos a mí (risas). En definitiva, siempre me preocupé de respetar, mantenerme educado y nunca tratar de sacar provecho, más allá de soñar con mi memoria y no con papel u otra tontera que pudiera molestar, y a las cuales las estrellas están tan acostumbrado a raíz de los paparazzis.
Su relación con Chile
xEl nexo con nuestro país se concretó en 1995. Previo a ello, para sus vacaciones en Zipolite (conocida playa de Oaxaca, México), conoció a una conocida artista visual chilena. Ambos llegaron al país y el galo aprovechó la ocasión de abrir una discoteque electrónica junto a Sergio Lagos, la cual no prosperó. Luego vino su panadería, aún activa, y otros proyectos que hoy lo mantienen como un destacado cocinero, gracias a Le Petit Bernard, la verdadera cocina francesa y su guiso de congrio y camarones, preparación que en sus propias palabras "es un plato súper sencillo, pero complejo a la vez si se busca tener un resultado perfecto". La base de su cocina es con tomillo, aceite de oliva, ajo, estragón donde el francés destaca: "todo está la técnica de la cocción, el acabado y la precisión". Para Bernard cocinar es un arte y es eso precisamente lo que ofrece en su restaurant recién estrenado, el que coincidió con su aniversario número 20 en Chile.