A menudo escucho de situaciones que se pueden evitar, si tan sólo una de las partes hubiese demostrado una actitud distinta, en otras palabras demostrar aquello que dicen "no cuesta nada"; pero vale tanto, un gesto amable. Vivimos una época en que todos creemos tener la razón. La mesura y la empatía, cada día van pareciendo actitudes del pasado o bien, un mal entendido gesto de debilidad o falta de carácter. El mundo entero ha entrado en una equívoca idea de considerar los "gestos amables", como lo que acabo de señalar.
Conversando con amigos o familiares me percato que las actitudes de tolerancia, empatía, atención desinteresada, afecto humano; pueden dejar sorprendidos e incluso, confundidos, a quienes son objeto de ellos y claro, ya existe una cultura del "enfrentamiento, discusión, desapego e incluso de indiferencia" de quienes integramos ésta cada vez más, complicada sociedad, que ante gestos amables, quedamos en vez de agradados, reitero, sorprendidos.
Estudiando la importancia que ha cobrado la investigación de la Neurociencia en las diversas áreas de la actividad humana, se puede comprobar cómo reacciona la conducta humana, ante el buen trato y la amabilidad bien ejercidas: mejoran las relaciones humanas, aumenta la productividad, oxigena los ambientes laborales y lo más importante enriquece la vida familiar, aspecto, éste último sustantivo, considerando que es en el seno de la familia en donde se forjan y transmiten los más caros valores y conductas que regirán la vida de las nuevas generaciones. En lo personal, soy optimista y ante descalabros conductuales de la juventud de hoy en día, también veo grandes promesas de jóvenes líderes que logran transmitir su generosidad de alma y humanidad a otros jóvenes.
La vida es, perdonando lo burdo de la comparación, una "sala de espera", estamos de paso y debemos todos, en lo posible, dar lo mejor de cada uno de nosotros para hacer de este paso; una experiencia de cariño, bondad y ante todo respeto hacia nuestros semejantes.
Desde esta columna les invito con respeto y humildad a cultivar gestos que nos hagan cosechar gratos momentos y recuerden siempre: "un gesto amable no cuesta nada y vale tanto…..".
Martín Bretón O.
Magister en Política Educacional