El panorama en las playas de Antofagasta dista muchas veces del ideal por culpa de sus propios ocupantes. Al eterno drama de la basura, se suma ahora el consumo frecuente de drogas y alcohol entre los jóvenes a plena luz del día, situación que deja al descubierto un preocupante problema social.
El tema por cierto provoca una serie de molestias a los antofagastinos que llegan a estos espacios en busca de diversión, acompañados de niños y familiares. Todo ello redunda en un evidente clima de inseguridad, que además habla bastante mal de las costumbres de algunas personas.
Un recorrido de nuestro diario comprobó la preocupación que existe entre los bañistas por este hecho, quienes muchas veces se sienten amenazados por la presencia de estos jóvenes que no respetan el legítimo derecho de aquellos que sólo quieren disfrutar de un momento de descanso y recreación durante el verano.
Esta inquietud no es antojadiza, ni menos fuera de contexto. Responde a un derecho para evitar que estas acciones se tornen comunes en las diferentes playas de la ciudad. A esto hay que sumar los efectos colaterales del consumo de alcohol y drogas, como robos y riñas.
¿Cuál es la solución? El asunto pasa naturalmente por una actitud responsable de los protagonistas de estas prácticas que son sancionadas por la ley. Sin embargo, también es necesaria una mayor fiscalización de parte de las diferentes autoridades en estos espacios públicos que son visitados por cientos de bañistas. Y algo que nunca está de más, promover la educación y el respeto hacia lo demás.
Otro punto que no puede pasar desapercibido es la numerosa presencia de vagabundos en los balnearios, que no sólo están bajo la influencia del alcohol, sino también piden dinero o alimentos. Es más, muchos de ellos pernoctan en las inmediaciones de estos lugares.
Antofagasta cuenta con playas artificiales de primer nivel que deben ser motivo de orgullo para la comunidad y no un refugio para quienes tienen malas costumbres que atentan contra la sana convivencia.