El Papa y el patriarca ruso se abrazan en un histórico encuentro en Cuba
CRISTIANISMO. "¡Finalmente!", exclamó Francisco al iniciar la cita con el líder ortodoxo Kirill en La Habana, después de mil años de división.
El Papa Francisco y el patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa Kirill se abrazaron, besaron y posaron para fotos antes de sentarse uno junto al otro para dialogar en Cuba, en la que constituye la primera reunión entre los líderes de ambas iglesias desde el histórico cisma que dividió al cristianismo mil años atrás.
"¡Finalmente!", exclamó Francisco cuando se abrazó con Kirill en la pequeña sala VIP del aeropuerto de La Habana, donde el encuentro se llevó a cabo ayer. "Somos hermanos", remató el Pontífice.
Ambos líderes se besaron tres veces en la mejilla, y Kirill dijo al líder de la Iglesia católica, a través de un intérprete, que "ahora las cosas serán más fáciles". Vestidos con sus galas rituales, ambos líderes religiosos se mostraron sonrientes y afables antes de que la reunión se cerrara para la prensa.
Esta reunión y la firma de una declaración conjunta afianza la reputación de Francisco como un hombre de Estado que toma riesgos, valora el diálogo y tiende puentes sus semejantes, a cualquier costo, según destacó la agencia AP.
Estaba previsto que el Papa, quien ya visitó Cuba hace solo cinco meses y ha sido facilitador del deshielo entre los gobiernos de Cuba y EE.UU., estuviera solo unas horas en la capital caribeña antes de seguir hacia México, donde el Pontífice llevará un mensaje de solidaridad hacia las víctimas de la violencia del narcotráfico, el tráfico humano y la discriminación y exclusión que millones de mexicanos padecen por la pobreza.
Kirill, en tanto, arribó el jueves a la isla, para una gira oficial que también lo llevará a varios países de Sudamérica. Ambos líderes fueron recibidos por el Presidente Raúl Castro al pie de la escalerilla de los aviones que los trajeron a Cuba.
Aunque la reunión de La Habana fue considerada en algunos círculos católicos como un importante avance ecuménico, Francisco también ha sido objeto de críticas que lo acusan de ser utilizado por un Kremlin deseoso de ganar terreno político entre los cristianos ortodoxos y en la escena mundial en momentos en que Rusia está cada vez más aislada de Occidente.
Se esperaba que la declaración conjunta que ambos líderes darían a conocer ayer tocara el tema que preocupa tanto a la Iglesia católica como a la ortodoxa en la actualidad: la difícil situación que sufren los cristianos en Irak y Siria, donde están siendo asesinados y expulsados de sus hogares por el grupo Estado Islámico.
Cuba tiene una ubicación única e ideal para la reunión: lejos de las batallas territoriales entre católicos y ortodoxos en Europa, además de que es un país familiar para el primer Papa de origen latinoamericano, pero igualmente familiar con la Iglesia rusa, dados sus antecedentes antiestadounidenses y su legado soviético.
"Cuba es de hecho un lugar profundamente espiritual, en términos de prácticas afrocubanas no es ni nunca ha sido un lugar muy religioso en el sentido católico formal", explicó el analista y experto en Cuba del Baruch College de Nueva York, Ted Henken. "Creo que este hecho junto con su conexión única geopolítica de Rusia se ha convertido en un 'terreno neutral' ideal y de confianza para dicha reunión", agregó.
El Vaticano espera que el encuentro mejore las relaciones con otras iglesias ortodoxas y estimule los avances en el diálogo sobre las diferencias teológicas que dividieron al cristianismo del Oriente y el Occidente desde el Gran Cisma de 1054.
Un distanciamiento de mil años
Desde Pablo VI, los papas se reunieron con el patriarca ecuménico con sede en Estambul, considerado el "primero entre iguales" en la Iglesia ortodoxa y el único que puede hablar por la ortodoxia mundial. Sin embargo, la Iglesia rusa es la más poderosa y siempre se mantuvo alejada de Roma. Los católicos y los ortodoxos estuvieron distanciados por muchos temas, como la primacía del Papa y, más recientemente, las acusaciones de que la Iglesia católica trata de ganar conversos en las antiguas tierras soviéticas.