Salvador Reyes ha aportado a la literatura hispanoamericana una especial manera de ver y sentir la vida que expresó a través de poemas, cuentos, novelas, relatos, crónicas, recuerdos literarios y otros estudios.
Así evoca el autor de Las Mareas del Sur uno de los escenarios de sus inicios literarios. El Norte es una región que imprime en sus habitantes un sello vivo y profundo. Son muy características las experiencias y la personalidad que es dable observar en los nortinos. Son hijos, a la vez, de la soledad y la aventura, del rigor y de la vastedad, de la lucha y la añoranza. Reyes nació en ese norte chileno que uno de sus escritores ha llamado Norte Grande, en Copiapó, el 16 de agosto de 1899, hijo de Arturo Reyes y de doña Luisa Figueroa. La ciudad natal será evocada en diversas páginas a lo largo de su obra de tan variados géneros literarios.
El norte le ofrecerá otros escenarios: Taltal y Antofagasta significan la noble y poderosa amistad de Salvador y el mar que tanto contará en su literatura.
Antofagasta es el puerto de su adolescencia. Desde los 13 a los 19 años hace estudios en el Instituto Comercial. El Norte no tiene, en aquellos años, otra universidad que la de sus puertos del salitre o nitrato, de la minería, del comercio: "¡Qué cosa soberbia es el desierto! ¡Qué agria belleza, qué orgullo sombrío hay en esas montañas áridas, en esas llanuras que niegan toda la fácil alegría de la fertilidad! El mar tiene también una hermosura salvaje. No hay playas fáciles ni ensenadas acogedoras. La naturaleza allí exige pero no ofrece nada. Es como los dioses o las mujeres bellas".
El poeta se deja invadir por esa belleza de comienzo del mundo. La soledad, en Reyes, ¿de dónde emana? He pensado en el viento, en el mar, en el desierto, en todo lo vasto, en todo lo múltiple, en todo lo que parece no tener edad. Es el mundo que se organiza sin tregua y de manera silenciosa. Pero esa no es nunca estéril. La verdadera soledad está siempre poblada.
Alberto Baeza Flores