De frases célebres
Un modo gráfico y sintético de dar cuenta de ciertos acontecimientos, ya sean históricos o actuales, es el uso de las frases de personajes del momento, que se hacen célebres porque son recogidas por alguna mediación que las lanza al escenario público para sellar una situación de cambio o ruptura, también conocido como hecho noticioso. En esto hay voluntad de espectáculo, hay burla, chiste o, simplemente, metáfora que le da relevancia a un hecho y lo fija. Personajes históricos, políticos, futbolistas y, por cierto, escritores, usan su ingenio o su compulsividad, incluso sus errores o lapsus, para abuso noticioso y de las redes sociales, a veces con escarnio. Las frases históricas suelen ser solemnes y a veces brutales, siempre me ha llamado la atención la de Portales: "A este país hay que gobernarlo con el peso de la noche", que fue el modo de ejercicio del poder en el siglo XIX. La institucionalidad que produjo héroes necesarios para la república fijó ciertas frases como la O' Higgins: "Vivir con honor o morir con gloria, el que se valiente que me siga", o la de Rodríguez: "Aún tenemos patria, ciudadanos", o la clásica de Prat de que "nuestra bandera nunca ha sido arriada…"; todas esas están en el panteón, literalmente, de las frases para el bronce. Sin dejar de mencionar la gran frase cívica de Carlos Dittborn: "Como no tenemos nada, queremos tenerlo todo".
Toda esta preocupación surgió a propósito de una propuesta que me hizo un caricaturista de dibujar el contexto de ciertas frases célebres de nuestra historia reciente. Aquí la cosa es más ácida y con tintes críticos; en la clasificación preliminar no podía dejar de estar la emblemática frase de Pinochet de que aquí no se mueve ninguna hoja sin que él lo sepa (parafraseándola), o la de Aylwin, de justicia en la medida de lo posible, dando cuenta de la dificultad de producir verdad. En fin, todas las frases de la transición y del momento actual, pasando por la retroexcavadora, por el desalojo y todas las que vendrán ahora con el festín mediático judicial contra el poder político, corresponden a un correlato, un texto segundo del acontecimiento central. Creo que este espectáculo de culpabilidad anunciada de la clase política, equivalente a una sentencia, popularmente determinada, reemplazará los acuerdos esperables de alto nivel que liberará de penas efectivas a los poderosos. Surgirán muchas frases y enunciados al respecto, eufemísticas algunas, críticas otras, relatos breves y que se incrustarán en el híper texto histórico que siempre está escribiéndose.
Hay antologías de frases, recogidas, sobre todo, por las lúdicas redes sociales que recuperan la fraseología clase B. Me refiero, por ejemplo, a la Huaiquipedia o a las frases de futbolistas. A mí me provocan cierta fascinación, porque sin ese registro no es posible completar ningún cuadro de la producción del texto de lo público en este magullado país; frente a esas las de los escritores e intelectuales sobran. Ninguna de ellas es políticamente "correcta", lo que las convierte en total y absolutamente correctas. Cuando el Huaqui espeta: "Andai pasado a placenta"; ese texto de raíz oral me resuena por todos lados y se lo aplicaría a muchos actores de la farsa político institucional. O el gran Caszely con su "no tengo por qué estar de acuerdo con lo que pienso", o algo así, ilustran nuestra práctica retórico pública. Habrá que estar atentos a las frases de la criminalidad política y de otros agentes de la producción textual nacional y local, sobre todo ahora que vivimos una crisis política y cultural, de carácter terminal, muy parecida al fin de la dictadura, en ese tono, creo.
POR Marcelo Mellado*
* Escritor y profesor de Castellano. Es autor de "La batalla de Placilla" .