Jorge Edwards y la historia que inspiró su última novela
De paso en Santiago, el escritor chileno adelanta su reciente obra, "La última hermana". Es sobre María Edwards, una chilena que camuflaba como hijos de familias francesas a niños judíos condenados al exterminio durante la Segunda Guerra Mundial, para así poder salvarlos. Además, se refiere a la convulsión tras los atentados en Bruselas y a su próximo libro, centrado en uno de los amores menos conocidos de Pablo Neruda.
Jorge Edwards vive en madrid y divide el tiempo entre la biblioteca de la ciudad, sevilla, granada y algunos viajes a chile y estados unidos.
El escritor y diplomático Jorge Edwards (Santiago, 1931) va y viene sin cesar. Viene desde Madrid, donde arrienda un pequeño departamento convenientemente cerca de la Biblioteca Nacional, recala unos días en Granada y Sevilla para dar un par de conferencias y luego parte raudo a su Santiago de siempre, ese donde está el amplio departamento que tiene frente al cerro Santa Lucía, "o Huelén, que significa dolor" aclara el autor.
Hace poco anduvo en Puerto Rico, invitado al Congreso de la Lengua Española, desde donde regresó a Chile para presentar en Santiago "La última hermana", su más reciente novela bajo el sello español Acantilado. Muy luego, además, la revista "Cuadernos Hispanoamericanos" presentará un número monográfico dedicado a él en el Centro Cultural de España.
El siete de abril próximo leva anclas de nuevo y parte a su vida madrileña, donde lo espera una ocupada agenda llena de compromisos, una en la que quizás incluya una vuelta a Sudamérica para el cumpleaños de su amigo de años, el escritor peruano Mario Vargas Llosa, y una visita a Nueva York para asistir como conferencista a un curso que hará el periodista Jon Lee Anderson.
María es la protagonista de "La última Hermana". El personaje está basado en la historia de María Edwards Mac-Clure, una pariente lejana del escritor que arriesgó su vida por salvar del exterminio nazi a niños judíos, criaturas huérfanas que luego entregaba a familias francesas que los hacían pasar por suyos. Tanto se involucró en el rescate que finalmente la Gestapo la descubrió y capturó.
Jorge Edwards, lejano pariente de María, repasa en las casi 400 páginas de "La última hermana" su arrojo y pasión, sus dolores y fantasmas en esa época.
Nunca la conoció en persona. De joven, en la embajada de París, recuerda que algunas personas hablaban de ella con respeto y simpatía. Luego, a través de María Angélica Puga, bisnieta de María, supo más cosas, ya que ella estaba interesada en escribir sobre su vida. "Me conmovió María, porque era una mujer de sociedad que vivía muy bien en París y se comprometió a salvar a niños por compasión, y por compasión llegó a arriesgar su vida. Es muy interesante su caso, de una conversión muy profunda, de una raíz posiblemente cristiana, pero creo que sobrepasa eso. Creo que es una persona que ama profundamente la vida y la libertad, por eso no vuelve a Chile, porque sabe que acá el qué dirán y lo que se puede hacer la van a presionar continuamente", señala.
Durante la investigación también descubrió que María adoraba la bullente vida intelectual parisina de su tiempo y que fue amiga de Colette, la gran escritora francesa. Algunos otros personajes que desfilan por sus hojas fueron Vicente Huidobro y el novelista Ernst Jünger, combatiente además de las dos guerras mundiales. Quien salva de la tortura a María también está perfilado en la ficción de Edwards. Se trata del Almirante Wilhelm Canaris, un oficial alemán que estuvo en Chile, en la isla Quiriquina.
"Una novela no se reduce a una historia, hay un tono, una escritura, una composición de temas; mis novelas creo que tienen cierta composición musical con un desarrollo y una culminación. Esta historia no termina como una ópera o como esas sinfonías que acaban con toda la orquesta en un clímax. Es más bien una culminación y luego se va diluyendo como una sinfonía de Anton Bruckner, de Mahler", cuenta Jorge Edwards.
-Usó cuatro epígrafes muy vitales, hábleme de ello.
-Sí, el de San Marcos es "Los últimos serán primeros y los primeros últimos", y alude a su condición de hija menor que finalmente alcanza una gran altura moral. Los otros enfatizan el amor a la vida y cómo se produce la salvación por eso. Ella sabe lo que significa salvar a un niño de una muerte atroz.
-¿Qué cree usted que habría pensado María luego de leer esta novela?
-No sé si habría estado de acuerdo conmigo, pero sí sé una cosa: a veces los escritores, modernos sobre todo, escriben sobre personajes muy monstruosos y repugnantes, como el Limonov de Carrere. Yo necesito querer a mis personajes, me sale difícil escribir de un personaje que no tenga un atractivo para mí. Yo creo que si la hubiese leído le habría gustado su personaje.
-¿Qué recuerdos tiene de niño sobre la Segunda Guerra Mundial?
-Recuerdo, como ayer, a mi madre bajando apurada la escalera de la casa diciendo que los japoneses habían bombardeado Pearl Harbor.
-¿Y con qué imagen asocia al siglo XX?
-El siglo XX fue muy dramático, muy terrible. Creo que quizás el hongo atómico de Hiroshima sea la imagen más fuerte, un horror.
Las guerras de hoy
Después de abundar en terrenos literarios, el escritor se refiere al último ataque yihadista en Bruselas. Y a propósito de eso sale a flote el ataque en las oficinas de la revista "Charlie Hebdo" a comienzos de 2015. Cuenta que este último atentado afectó directamente a un querido amigo francés, el periodista Philippe Lançon, quien recibió tres tiros en el rostro y sobrevivió luego de cinco operaciones.
"El ataque suicida es una forma de fanatismo exactamente opuesto al espíritu liberal europeo. Es muy complejo. Asusta, pero también hace pensar en otra cosa. En el pasado la guerra era terrible, en la Primera Guerra Mundial murieron millones de personas, para qué decir de la Segunda con el Holocausto y la bomba atómica. Lo de ahora es distinto, son veinte personas que mueren por allí, treinta por allá… estadísticamente es mucho menos, pero crea una situación general de inseguridad y de miedo que es muy complicada. Las guerras a la antigua se terminaron. Hoy hay un nuevo tipo de guerra, y es esta", concluye.
A pesar de lo convulso que hoy se ve el Viejo Mundo, volverá a su rutina de Madrid, donde parte importante de su tiempo se le va en la Biblioteca Nacional, sumergido en folios difíciles de conseguir. El año pasado hizo un ensayo sobre Andrés Bello y su pensamiento para el cual estuvo revisando un montón de obras suyas.
"No sé si se pueda hacer literatura con Andrés Bello, una persona tan metódica y trabajadora, un hombre extraordinario", advierte.
Neruda en rangoon
Acerca de quien sí prepara una novela, que está en etapa de revisión, es sobre Pablo Neruda. "Es una ficción sobre un hecho real: ese conocido amor de extrema juventud que tuvo el poeta a los 23 años, en 1927, cuando todavía se llamaba Ricardo Reyes, y era el cónsul chileno en Birmania, hoy día Myanmar. En la capital del país, en Rangoon, vivió un amor tormentoso que se conoce por algunos datos que él mismo da", dice Edwards.
La mujer tenía unos celos terribles de las relaciones de Neruda con los colonialistas ingleses y la menciona como "la más bella del Mandalay".
Por cierto, Edwards fue muy cercano a Neruda en una época y conversó con él sobre esta mujer de quien cree que era una nacionalista y feminista birmana. Cree además que esta joven, inteligente y apasionada, tiene algo que ver con Aung San Suu Kyi, una heroína del país que estuvo encarcelada en su casa durante más de veinte años. Como acostumbra a hacerlo, Jorge Edwards mezcla ficción con una investigación histórica muy exhaustiva que recrea la vida humilde del poeta en esas lejanías donde escribió lo que considera su mejor poesía: "Residencia en la Tierra".
Sobre el segundo tomo de sus memorias -el primero fue "Los círculos morados"-, espera iniciar la escritura entre junio y agosto, como acostumbra hacerlo: al despuntar el alba cuando todo está silencioso y comenzando.
El hongo de Hiroshima es para Edwards la imagen más horrorosa del siglo XX.
Amelia Carvallo
"Yo necesito querer a mis personajes, me sale difícil escribir de un personaje que no tenga un atractivo para mí".
dinko eichin frost
"Una novela no se reduce a una historia, hay un tono, una escritura, una composición de temas; mis novelas creo que tiene cierta composición musical".
"Recuerdo, como ayer, a mi madre bajando apurada la escalera de la casa diciendo que los japoneses habían bombardeado Pearl Harbor".
autor desconocido