En el cine de terror las fórmulas se replican frenéticamente, quizás porque es uno de los géneros que da más dividendos dentro de la industria y, desde un aspecto financiero, conviene repetir los triunfos. Un poco de historia reciente: el exterminio adolescente propuesto por "Scream" ocupó todas las vacantes durante los 90. Luego vino "Ringu", de la que emergieron cientos de producciones que replicaban esa nueva modalidad de horror nipón. Por último, la receta cocinada por "Actividad Paranormal" -digamos, el cine de cámara casera que mucho antes instaló "El proyecto de la bruja Blair"- sigue llenando salas con títulos oportunistas y olvidables, sin ignorar la creciente plaga zombi que se ha tomado las pantallas y los televisores.
Los reclamos de muchos no han sido en vano. El horror merecía una renovación. Lo bueno es que esta pareciera estar llegando, lejos del continuismo inerte que proponen los grandes estudios, infiltrándose tímidamente en festivales y en nuestra cartelera. La recientemente estrenada "Buenas noches, mamá" ofrece una cátedra de buen gusto. Se trata de una sólida muestra de terror minimalista desde Austria que, si debemos conectarla con referentes, tendríamos que pensar en el Michael Haneke más cáustico, los viejos thrillers psicológicos de Roman Polanski o, incluso, en "Persona" de Ingmar Bergman, esa obra maestra que nos reveló el insospechado horror que puede nacer del silencio y los espacios vacíos. El único escenario aquí es, de hecho, una casa moderna y aséptica donde dos pequeños hermanos sospechan que la mujer que ha regresado al hogar con la cara vendada no es su madre, aunque saben que se sometió a una cirugía estética. Los directores Severin Fiala y Veronika Franz no se limitan a jugar con la incertidumbre, ni pierden el tiempo cocinando clichés, sino que transforman la tensión en un perturbador juego de violencia en el que cuesta diferenciar a la víctima del victimario.
Un buen antecedente es "It Follows", película estrenada en Chile el año pasado que se impuso como gran revelación en el Festival de Cannes. Hecha con 2 millones de dólares, y claras intenciones de homenajear al cine de John Carpenter y Wes Craven, sigue a una adolescente marcada por una curiosa maldición que pasa de una persona a otra mediante relaciones sexuales. El guiño a esas cintas de horror ochenteras que se empeñaban en masacrar a jóvenes libidinosos es claro, pero ahora el sexo es la causa y, al mismo tiempo, el antídoto. A pesar de lo arrojado que puede resultar el argumento, el cineasta David Robert Mitchell avanza con elegancia y contención, desplegando un magistral ejercicio de estilos.
Más atrás nos encontramos con la piedra fundacional del nuevo cine de horror: la australiana "The Babadook" (2014), retrato de una familia atormentada (madre depresiva, hijo problemático) que deben lidiar con lo paranormal cuando descubren un enigmático libro. Aunque juega con elementos conocidos, la directora Jennifer Kent marca una diferencia a fuerza de sutilezas, un magistral manejo de las atmósferas y un distanciamiento de cualquier tipo de lugar común.
El cine de terror es uno de los géneros que da más dividendos dentro de la industria.
en resumen
"Buenas noches, mamá" es la opera prima de los cineastas austriacos Severin Fiala y Veronika Franz. Comenzó a destacar desde su estreno en 2014, en los festivales de Venecia y Toronto.
Por Andrés Nazarala R
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