Andrés Pérez fue hijo de un funcionario de la Armada y una dueña de casa. el 11 de mayo, día de su nacimiento, es el "Día Nacional del Teatro" en honor a su destacada carrera.
María de la Luz Hurtado
Ocho Libros
Editores
236 págs./$ 24 mil.
"Andrés Pérez tiene la palabra"
El 11 de mayo pasado, día del cumpleaños de Andrés Pérez, se celebró en todo el país el Día Nacional del Teatro, como se viene haciendo desde 2006, cuando se oficializó lo que empezó como una espontánea fiesta popular en memoria del dramaturgo. La programación de este año tuvo entre sus actos la presentación del libro de María de la Luz Hurtado, Andrés Lorenzo Pérez Araya Tiene la palabra. El libro fue acompañado de algunas de las canciones de la obra más famosa de Pérez, "La Negra Ester", interpretadas por La Regia Orquesta que imprimió su característico ritmo de jazz guachaca. "Bastaron algunos compases para que la gente sintonizara las vibraciones que estaban en el aire y la gente comenzara la evocación de la obra", apuntó la autora.
"Lo que ha ocurrido con el libro es que la gente se emociona. Y me gustaría enfatizar que no solo es un libro para gente de teatro, es también para cualquier persona que quiera saber cómo se construye un creador, que nace en un barrio marginal de una ciudad lejana de Chile pero muy fuerte como es Punta Arenas, y cómo se va armando y recorriendo un camino entroncándose con fuentes muy ricas como la Universidad de Chile, los barrios, los artistas populares", precisa Hurtado, para quien Andrés Pérez es transversal en las disciplinas artísticas y tiene una llegada a públicos amplísimos.
El encuentro con andres
-¿Cómo era Andrés Pérez?
-Era un joven creativo con un grupo pujante y una vocación enorme que nos dejó pasmados y desde ahí no le perdí la pista. Él ya tenía un antecedente creativo de joven en el colegio de haber escrito y dirigido, pero complejizó de inmediato sus potencias creativas. En ese tiempo escribía, dirigía y actuaba, también estaba en paralelo estudiando danza contemporánea.
-¿Y el teatro callejero?
-Aplicaba una multiplicidad de referentes porque importaba mucho la imagen, que alguien en la calle se detuviera por el atractivo de algo que estaba pasando, algo poderoso, fulgurante, por lo tanto utilizaba las voces, las máscaras, las alturas. Con el plástico hacían maravillas, se conseguían ovillos de hilo de las sastrerías y hacían muñecos. En esos días difíciles tomó textos de la Biblia y montó en la calle "El viaje de María y José a Belén y lo que les ocurrió en el camino" y las "Bienaventuranzas".
Viaje por chile
La voluntad de recorrer el país emparenta a Pérez con la tradición de los cómicos de la legua del Medioevo en Europa. Esos eran los viajeros como personajes de circos que arman sus carpas cerca de la gente y atraían con la tremenda seducción de un espectáculo que maravilla. Y a la vez es crítico y grotesco. Dice María de la Luz Hurtado que "Andrés Pérez nunca dejó de tener una mirada satírica y extremar lo grotesco para remarcar, como se hace también en el circo, en la comedia del arte o el arte bufo de cabarets".
Fue recorriendo las ciudades que Andrés Pérez llevó el teatro a la gente común. Excedió al público habitual del teatro y tocó temas propios de los imaginarios populares. Es algo que lo acompañó desde niño, cuando contemplaba en Punta Arenas, en el Colegio Don Bosco, los autos sacramentales (pieza de teatro religioso) que se montaban. Incluso ese resabio religioso lo tuvo por casi cinco años, terminando su educación media, una formación completa en el Seminario de La Serena cuando vivió en Tocopilla.
Esta vida en el teatro también cimentó un gran concepto de comunidad, ya que de joven vivió con sus compañeros de teatro en casas comunitarias donde se compartía todo: desde los ingresos, los gastos, el almuerzo y se criaban a los niños en conjunto.
"Era una vida comunitaria, además, porque había una ética detrás, había que estar absolutamente implicado explorando tu biografía y tu sensibilidad completa y producir para llevar estos espectáculos a la mayor cantidad de gente posible. Fueron muy innovadores en abrir nuevos espacios, estrenar por ejemplo "La Negra Ester" en Puente Alto, en una carpa de circo sin techo como sin terminar, después irse al Cerro Santa Lucía con un escenario que permitía que todo se viera, era un peregrinaje subir en romería el cerro, y en la entrada él mismo te esperaba y te saludaba", recuerda María del Luz, que fue una de las cientos de personas que se maravillaron con los desventurados amores entre la Negra Ester y Roberto en el puerto de San Antonio.
Mnouchkine
A mediados de los ochenta, la agregada cultural de Francia vio a Andrés Pérez actuando en la calle y, maravillada, le propuso irse a perfeccionar a su país. Azarosamente, le es dado a elegir entre un par de compañías y Pérez escogió el Théâtre du Soleil de Ariane Mnouchkine.
"Andrés se encontró con un teatro en el cual lo que él está haciendo tiene una tradición de siglos. No es que a él se le hayan abierto los ojos, venía preparado, era un terreno fértil para que esa semilla creciera. La metodología de dejar que cada actor encuentre su personaje es de la Mnouchkine, es muy mística y aplica elementos del teatro oriental con su visión sagrada en la que hay un altar y se ofrece la función a los dioses", apunta Hurtado.
Supuestamente el personaje existe, brota del relato y está en él, solo hay que encontrarlo. Andrés Pérez ofrecía a los actores probar con tal o cual personaje hasta que el personaje te encuentra. "El colectivo que va generando esta dinámica tiene un compromiso gigante y Andrés manejaba la teoría de la evidencia, donde se produce la evidencia teatral cuando algo cuaja completamente, se funde y aparece. Todo esto también con un gran rigor metodológico, siempre para encontrar el momento del descubrimiento epifánico y el rigor de la realización, lo llama un teatro riguroso y riesgoso en que el cuerpo y el alma no se olvidan, están fusionados", dice Hurtado.
De su paso por Europa, y la potente experiencia que allí vivió, se trajo el haber sido testigo de una institucionalidad donde el actor era pagado a tiempo completo, además de una infraestructura muy eficiente.
"Él iba de observador, de mirón como decía él. Llegó a Francia sin saber nada de francés, se ponía detrás del escenario e iba repitiendo en su mente todos los textos de los que estaban hablando y fue aprendiendo el idioma ya con la entonación y la intención expresiva y emocional del actor, entonces llegado el momento le dieron una posibilidad y la tomó. Luego, en segunda vuelta le dijeron ¿quieres probar un personaje? y él hizo una improvisación y de a poco llegó a ser el primer actor como Gandhi", enfatiza la autora.
La negra
Tras cinco años en Francia, y de vuelta en Chile en 1988, para votar en el plebiscito, se junta con Willy Semler que lo invita a trabajar en un texto de Roberto Parra al que Pérez refina con todo lo aprendido, convirtiendo la pieza en un gran éxito teatral que impactó a miles y acompañó los primeros aires de la democracia chilena. Es su gran momento creativo, que lo desafía a un teatro de personajes ya no tan alegórico como en sus inicios. También tenía deseos de contar algo más agradable, más cálido y tierno de escuchar y ver en esa primavera decisiva.
Con un texto muy chileno, en tono de melodrama pero también sobrepasándolo, el elenco de "La Negra Ester" partió al puerto de San Antonio a empaparse de esta historia de amor trunco, para contarla al público en una puesta en escena que hasta hoy se recrea.
El inicio de la transición a la democracia lo encuentra con la obra "Época 70: Allende", una pieza más política e histórica con un texto de creación colectiva apoyado en investigación de prensa que no concitó el mismo apoyo que La Negra. A la vez, Pérez se empeña en recuperar el viejo teatro Esmeralda de calle San Diego en Santiago, y aunque gestó las recordadas fiestas Spandex, el proyecto lo deja endeudado. En 1992 monta una adaptación del relato maya "Popol Vuh", pero tampoco logra impactar mucho con su despliegue al estilo del Kathakali, un estilo de danza de la India.
Los siguientes diez años verán al hombre de teatro sumido en proyectos como "El desquite" y "La consagración de la pobreza", además de grandes despliegues en festivales, incluido el rescate que hizo de Matucana 100 cuando era sólo un basurero, sitio que quiso erigir como un centro cultural pero que el Ministerio de Bienes Nacionales no le cedió.
"Este libro se llama 'Andrés Pérez tiene la palabra' porque él siempre estaba en alerta, con una ética republicana de estar participando en la vida pública, dar su opinión, estar manifestando qué le ocurre. Descubrí que en paralelo tenía que mostrar no solo al creador cuando está hablando desde el teatro o desde lo ya realizado sino que también todas sus luchas, sus posturas críticas y sus abandonos", cuenta la autora.
-¿Si Andrés no se hubiera ido tan temprano qué crees que estaría haciendo?
-Estaría participando en todo lo que pudiera. Tenía muchos proyectos, quería seguir abriéndose en los dolores que a él mismo lo acongojaban como su última obra "La huida", donde habla de su opción sexual de la homosexualidad y también cómo eso se entronca con momentos represivos y de discriminación muy largos, aunando historia de Chile muy larga y profunda con lo actual y con el mito: él quería empezar a escribir más pero también aliarse con las grandes problemáticas sociales.
"Llegó a Francia sin saber nada de francés, se ponía detrás del escenario y repetía
en su mente todos los textos".
CRISTIAN BORQUEZ
"Excedió al público habitual del teatro y tocó temas propios de los imaginarios populares. Es algo que lo acompañó desde niño".
"Era un joven creativo con un grupo pujante y una vocación enorme que nos dejó pasmados y desde ahí no le perdí la pista".