Bryan Saavedra López
En medio del agua y la nada, sin continentes, sin islas alrededor. Salvo una artificial y de plástico. En el giro subtropical del Pacífico Norte (35° norte y 140° oeste), donde convergen las corrientes del agua. Hasta ahí llegó, el capitán marítimo e investigador oceánico, Charles Moore, ya que es uno de los pocos científicos dedicados a conocer los efectos del plástico en el ecosistema marino. "El despilfarro de la sociedad capitalista", según dice.
En el auditorio Andrés Sabella de la UCN, con videos de sus expediciones que comenzaron en 1997 al lugar, Moore detalla los efectos del plástico en el mar, ya que fue invitado por la casa de estudios en el marco del Día Internacional del Reciclaje y la feria del Programa Recicla UCN que armaron en el campus.
"Decimos que los plásticos como los diamantes son eternos, pero el plástico no es un mineral, no es un vegetal, ni un animal. Pertenece a su reino propio y se ha metido en los reinos tradicionales de las más insidiosas maneras. Es un falso, un pretendiente, un voraz depredador que enreda y mata, pero nunca come", apunta Moore sobre este producto.
Este elemento común en las cosas que utilizan los seres humanos, desde un juguete a una bolsa de supermercado, sobrevive sin alimento y lo comen casi todas las criaturas marinas. Y en lugar de proporcionar nutrientes, transmite sustancias tóxicas y la falsa sensación de saciedad a los animales engañados.
Efectos
Según Moore en esta isla de plástico, que existen literalmente y grabó con un dron, los moluscos se adhieren a la basura. Y una vez que éstos liberan sus huevos, inmediatamente afectan a las aves, pues tragan el alimento con una tapa de bebida en su interior, por ejemplo.
Los peces linterna, que habitan este lugar, forman gran parte importante de la cadena de alimentos de las demás especies, como las anchovetas, y también son un foco de investigación de Moore.
Con ellos estableció que al consumir el plástico, les demanda mayor energía sumergirse, ya que las bolsas tienden a flotar. Lo que finalmente les causa daño.
Y no sólo a ellos, puesto que más arriba vienen más especies que terminan comiendo plástico.
En un video muestra una albacora de la que extraen unos residuos de color plomo, que son basura arrojada por el humano al mar.
Por ello el capitán llamó a los científicos ligados al mar, como acuicultores, biólogos marinos y oceanógrafos, a sumar la arista del plástico a sus investigaciones.
"El conocimiento científico es incapaz de producir los cambios necesarios para revertir las malas consecuencias del crecimiento económico facilitado por el plástico", manifestó.
Y, según Moore, para avanzar en cambios revolucionarios que frenen estos efectos nocivos al océano, se requiere un cambio cualitativo en la forma en que está organizada la sociedad, a modo de liberar a los recolectores de materia reutilizable.
¿De qué sirve concientizar a la gente?, ¿qué gana la humanidad sabiendo de estos problemas?
-Que si estamos haciendo feo el océano y la atmósfera con nuestros desperdicios. ¿Cómo avanzar a un mundo bello? La humanidad quiere la belleza y la basura es fea, y nos está cubriendo. Eso va contra los ideales humanos.
¿Qué piensa de las nuevas generaciones, los niños, van a aportar más, van a concientizar más, van a limpiar el planeta?
-Hay que trabajar con los niños, porque le estamos dejando un planeta sucio y no es justo porque ellos no hicieron el problema, nosotros lo hicimos. Ellos tienen que curarlo y es importante que sepan que los padres tuvieron la culpa y que ellos sepan que vamos a ayudarles en todo lo posible para curar el problema.
Capitán, ¿hay alguna relación entre esto del plástico y las últimas varazones que se han visto tanto acá en Mejillones, en el sur de Chile, y en otros países?
-Los investigadores no se han enfocado en problemas de polución del plástico, por eso no tenemos muchos datos acerca de lo malo que causa. Mi misión es hacer conscientes a los científicos que hay que enfocarse en lo que pasa cuando tenemos un océano de plástico.