Costa Norte, II
Los changos de estas playas daban sin gran esfuerzo el producto de su pesca, porque en la quietud de sus caletas prosperaba el congrio colorado o la corvina de plata y en las rocas, ostiones y choros engordaban en jugosa carne y, en quebradas húmedas, los camarones, bajo su dura coraza, ocultaban la blanca frescura de sus fibras, mezcla de tierra y de mar.
Sobre las olas, rizadas por vientos del sur y del trópico, pasaba el vuelo de guanayes, los pájaros del guano, que dejaban las islas y el ágil cuerpo de la albacora rompía la corriente con la proa aguda de su espolón y la enérgica potencia de sus aletas.
Los mismos changos explotaron el guano de las islas para venderlo a los pueblecitos.
En las Noticias Secretas de Jorge Juan y Ulloa se habla de contrabandistas que burlaban la vigilancia de los funcionarios coloniales. Esos contrabandistas eran chilenos, antepasados de los pisqueros de Chuquicamata. Aparecen los primeros cateadores, avanzada de la energía conquistadora de la raza chilena en el desierto que, con martillo incansable, pican piedras y la corteza blanca del salitre.
Es un chileno, Pedro Gamboni, el que descubre el procedimiento para sacar el yodo de los residuos del salitre, que no enriqueció a su inventor sino a los capitalistas que llegaron más tarde. Numerosos extranjeros, especialmente franceses, Domingo Latrille y Ramón Lemaitre, se dedicaron al comercio minero de la región.
Cobija fue no solo un establecimiento minero sino un balneario de lujo. Familias ricas de Bolivia, venían en carretas a gozar del aire marino y de los productos del mar, rico en peces y mariscos. Deshechos sus edificios, caídos sus muros, el desierto se ha apoderado del pueblo que intentó dominarlo y por un lógico contraste, es un cementerio lo único que se mantiene en pie en la muerta Cobija.
Mejillones es importante, además, por el descubrimiento del mineral de plata de Caracoles; por esa bahía se exportó a Europa, las riquezas de sus yacimientos argentíferos.
Mariano Latorre