Tuvieron que esperar mucho tiempo para que sus casos llegaran a la justicia. Sin embargo, se sienten defraudados, porque no recuperaron sus dineros y las imputadas no pagarán con cárcel.
Fueron al menos doce familias que perdieron en total más de 100 millones de pesos, luego de ser contactadas por dos mujeres, una abogada y otra corredora de propiedades, que ofrecían atractivas ofertas para adquirir casas en remate, ubicadas principalmente en el sector sur de Antofagasta.
Tras analizar en detalle los antecedentes, el Tribunal Oral de Antofagasta ayer dictó sentencia por el delito de estafas reiteradas en contra de Liliana Iglesias Valdés y Paola Vega Meza, ambas dueñas de casa.
Según fue descrito en el juicio oral, ambas mujeres contactaron a algunas de sus víctimas ofreciendo la posibilidad de adquirir propiedades ubicadas -por ejemplo- en Jardines del Sur a un precio de $50 millones, argumentando que el valor comercial alcanzaba los $400 millones.
Para iniciar el proceso debían pagarles $10 millones. Sin embargo, no entregaban la dirección de la propiedad señalando diferentes excusas, al tiempo que solicitaban a los afectados, discreción para que no fueran a ninguna institución a preguntar, como Conservador de Bienes Raíces, Servicio de Impuestos Internos o entidades bancarias, se dijo en el juicio.
En el convencimiento que los dichos eran reales, las víctimas entregaron $10 millones y una serie de documentos. Incluso uno de los afectados llevó en su vehículo a una de las imputadas hasta las afueras del Conservador de Bienes Raíces esperándola mientras ella supuestamente hacía algunos "trámites".
Veredicto
En el veredicto, Liliana Iglesias fue condenada a libertad vigilada por un lapso de 5 años, mientras que Paola Vega fue sentenciada a tres años de presidio menor en su grado medio más el pago de 11 UTM (poco más de 500 mil pesos). Esta fue objeto del beneficio de la remisión condicional de la pena.
La mayoría de las víctimas fueron contactadas en el casino, donde ambas mujeres eran asiduas visitantes.
Allí, ganaban la confianza de empresarios, ingenieros y diversos profesionales a quienes prometían realizar las gestiones para adquirir viviendas que salían a remate a precios realmente convenientes, previo el depósito.
Las familias afectadas contrataron los servicios de un abogado de Santiago, a quien debieron cancelar los honorarios y viajes a la ciudad.