Demasiadas preguntas sin respuestas. Demasiado tiempo y aún no hay soluciones. Todas estas dudas rodean el problema de las continuas emanaciones de gas en el sector del Liceo Industrial de Antofagasta.
El tema se arrastra desde hace casi dos años y lo único concreto hasta el momento es que nadie tiene claro desde dónde proviene esta contaminación y quiénes son sus causantes. Algo que cuesta entender tomando en cuenta la gravedad del asunto, sus molestas consecuencias y el tiempo transcurrido.
Entre los afectados figuran la comunidad del emblemático liceo, varias empresas, los niños de un jardín infantil, los vecinos del sector y los usuarios del Cesfam "Antonio Rendic", que incluso debieron ser derivados por un tiempo al consultorio de la Iglesia Bautista.
Obviamente, esto redunda en personas que lo están pasando mal a causa de este problema sanitario y estudiantes que pierden todas las semanas valiosas horas de clases, debido a las 38 evacuaciones registradas desde abril de 2015.
En el caso de las compañías, implican cierres imprevistos y pérdida de tiempo y millonarios recursos, sin tener hasta ahora una convicción certera de qué está ocurriendo en el sector.
¿Cuál ha sido la capacidad de respuesta de los organismos a cargo del tema? Sin temor a equivocaciones, deficiente. La mayoría de las intervenciones son esfuerzos tardíos y queda la sensación que las sucesivas comisiones formadas responden más a una consecuencia efectista que a una propuesta real que resuelva el asunto de fondo.
Las fiscalizaciones deben continuar y buscar las fuentes contaminantes para tranquilidad de estas familias. Y aquí no hay doble lectura, ni menos sobrerreacciones de los afectados, sólo el derecho a exigir tener un ambiente libre de contaminación y vivir tranquilos, tan simple como eso.
Dos años es demasiado tiempo de espera y las autoridades deben hacerse responsables por una situación que raya en lo insólito, al punto de ser inaceptable para todos.