Ley de etiquetado: ¿y ahora qué elegimos? Libro y Religión
Cuando ya entró en vigencia la nueva Ley de Etiquetado y Publicidad de Alimentos, la cual indica que los alimentos que sean altos en calorías, azúcar, grasas saturadas y/o sodio, según los parámetros que señala el reglamento, deben llevar el disco pare negro.
¿Pero qué pasa cuando todos los productos en la góndola tienen etiquetado? ¿Cómo tomar la decisión de cuál producto llevar?
En principio, hay que considerar que las etiquetas de "Alto en" son una advertencia y no una prohibición, ya que todos esos nutrientes son necesarios para tener una alimentación balanceada, lo importante es consumirlos con moderación. Cada persona debe ingerir una cantidad determinada de calorías según su peso, edad, sexo y actividad física, por lo que es necesario que coma lo que su organismo requiere. El consumo dependerá de las indicaciones nutricionales de cada persona, de la actividad física que realice y de que tenga alguna enfermedad diagnosticada, como por ejemplo hipertensión, por lo cual no debería consumir productos altos en sodio.
En segundo lugar, la ley estipula que un producto debe tener el logo "Alto en" si este supera los niveles de azúcar, sodio, grasas saturadas y calorías por cada 100gr. Esto significa que, si un producto es alto en azúcar pero su envase contiene 35gr, lo realmente "Alto en" sería consumir 3 paquetes de ese alimento.
Finalmente, cuando existen dos (o más) productos similares y todos tienen los mismos logos, como por ejemplo dos marcas de galletas o varios tipos de helado, no significa que sean iguales en cuanto a sus nutrientes, por lo que es importante considerar dos aspectos:
Revisar la tabla nutricional: En la columna de nutrientes por cada 100 g, verificar la cantidad que contiene cada uno, e identificar y elegir el que tiene menos. La normativa establece un límite para cada nutriente, por lo que si un alimento lo supera, sin importar si es en un 5% o 50%, debe tener el logo. Entonces, la recomendación es revisar dicho parámetro en la tabla nutricional e identificar si hay diferencias significativas.
Revisar la porción: Es necesario revisar a cuántos gramos corresponde una porción en cada producto y elegir la más pequeña. Por ejemplo, si a un niño le damos dos galletas como premio por una buena nota, escoja la que tenga menos cantidad de azúcares y grasas por porción. Ver el siguiente cuadro de ejemplo.
La ley de Etiquetado y Publicidad de Alimentos es una medida que no puede funcionar por sí sola ya que es probable que la decisión de compra del consumidor no sea inmediata o tan rápida como se espera. Para que ocurra un cambio más significativo en la conducta, debemos ser socialmente responsables y fortalecer el tema de alimentación saludable como un sistema, que debe apoyarse desde la implementación de medidas de salud, educación, deporte y sobre todo, cultural para hacerlos partícipes de su propio bienestar y lograr cambios sustanciales en el estilo de vida y cuidado de la alimentación.
El cisma cristiano provocado por Lutero en el siglo XVI incide por estos días en una diferenciación cultural al interior de nuestra comunidad.
Jesús jamás escribió algo excepto por unas líneas sobre el polvo. Fue un predicador, un contador de parábolas. Sus mensajes, tomados con memoria taquigráfica y talmúdica trascendieron a la escritura mucho después de su muerte.
La tendencia protestante a privilegiar la lectura bíblica como fuente de la memoria, especialmente de los primeros tiempos cristianos, proviene de una tradición judaica para resguardar la memoria con fidelidad. La inscripción de los diez mandamientos en la roca determina la intención de permanencia más allá del tiempo humano.
Opuestamente y por temor a la herejía documentada, el Vaticano y el catolicismo desconfían del libro, especialmente desde la invención de la imprenta y las hojas distribuidas por Lutero. La Inquisición creó el Indice de Libros Prohibidos en 1564. Galileo no escapó a la prohibición. El Indice perduró hasta 1966.
Que América Latina sea católica explica en buena medida la distancia entre la población y el libro. Para la iglesia, el texto debía ser mantenido bajo control en manos de las élites religiosamente confiables, y aún así. Hasta hoy, las publicaciones de ciertos teólogos no reciben la anuencia de publicación, y otros han sido desligados del patrocinio eclesial.
La cotidiana cita de versículos, Biblia en mano por cuenta de los protestantes, marca inclinación hacia la lectura y la reflexión. Esta conducta aporta al acervo cultural de los lectores y es de presumir, al capital cultural de sus familias. Sería interesante un estudio comparativo que evaluara el fenómeno en instantes cuando el Simce de lenguaje demuda el rostro del Ministerio de Educación ante los pésimos resultados nacionales.
Carolina Cruz
Gerente de Calidad y Desarrollo Corporativo de Dole e ingeniera en alimentos
Gustavo Tapia