El gusto por la música tendría un origen cultural y no biológico
NEUROLOGÍA. Según una investigación, la capacidad de distinguir los sonidos agradables y disonantes no proviene del cerebro, sino de factores externos.
La música es una innegable compañía para la mayoría de la gente. Desde la suavidad de la música romántica hasta la estridencia del rock, pasando por el pop bailable y la delicadeza de la música clásica, todos los estilos tienen sus adeptos.
La ciencia ha analizado las implicancias de la música en el cerebro humano. Sin embargo, el origen del gusto musical no vendría de este órgano principal, sino que tendrían un origen cultural. Así lo afirma un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Brandeis, ambos de Estados Unidos.
La investigación, publicada hace unos días en la revista Nature, se enfoca en la distinción entre los sonidos agradables y disonantes. Según los expertos, en los estilos occidentales, algunas combinaciones de notas resultan más agradables que otras, diferencia que estaría dada por la exposición a la música, es decir, por factores externos.
Respuesta de las tribus
Josh McDermott, neurocientífico y académico del MIT, señaló que "las preferencias dependen de la exposición a la cultura musical occidental, no son innatas". De acuerdo al especialista, algunas culturas sin mayor experiencia en la música consideran que los acordes afinados son tan agradables como los disonantes.
En estudios previos y de siglos de antigüedad, algunos científicos plantearon la hipótesis de que el cerebro es el encargado de responder favorablemente a acordes consonantes, mientras que otros sostuvieron la teoría del origen cultural.
Para los expertos ha sido complejo resolver la incógnita, ya que pocos sectores sociales a nivel mundial no están familiarizados con la música occidental. Por esta razón, los experimentos se realizaron de manera primordial con tribus indígenas.
"La mayoría de la gente habla mucho de la música occidental y la música occidental tiene un montón de acordes consonantes. Por lo tanto, ha sido difícil descartar la posibilidad de que nos guste la consonancia porque eso es a lo que estamos acostumbrados, pero también es difícil proporcionar una prueba definitiva", indicó McDermott, quien realizó la nueva investigación junto a Ricardo Godoy, antropólogo de la Universidad de Brandeis.
Ambos ya habían elaborado un estudio en 2010, que consistió en cómo la tribu amazónica de los Tsimane, sociedad agrícola de cerca de 12 mil personas, responde a la música.
Godoy y McDermott retomaron la investigación e hicieron dos grupos de estudio en 2011 y 2015. En los dos casos, los expertos pidieron a 100 miembros de la tribu calificar el gusto por los acordes disonantes y consonantes.
Los hallazgos mostraron que la combinación de los acordes Do mayor (DoM o C) y Fa sostenido (Fa#M o F#), les resultaban tan agradables como los consonantes.
Los investigadores reiteraron estas pruebas con un grupo de bolivianos que vive en un pueblo cercano a los Tsimane. También se analizó a algunos residentes de La Paz.
"Lo que encontramos es que la preferencia por la consonancia más que la disonancia varía mucho entre los grupos", explicó McDermott. "En los Tsimane es indetectable y en los dos grupos en Bolivia, hay una preferencia estadísticamente significativa pero pequeña".
Gusto por la armonía
En el caso de la música occidental, es probable que el gusto por estos ritmos esté dado por la perfección armónica que los arreglistas populares dan a las canciones.
"Tiene un montón de acordes consonantes. Por lo tanto, ha sido difícil descartar la posibilidad de que nos guste la consonancia porque es a lo que estamos acostumbrados, pero también es complicado proporcionar pruebas definitivas", subrayó McDermott.
El estudio sobre los acordes consonantes y disonantes
Hipótesis
El estudio señala que la capacidad del ser humano de distinguir entre acordes agradables y desagradables no proviene del cerebro, sino de la cultura.
Razones
La exposición a la música occidental, caracterizada por sus armonías y sonidos consonantes, sería la razón por la que el ser humano siente gusto al escucharla.