"Gringos" y chilenos
El libro segundo de la novela Carnalavaca (1932) del antofagastino Andrés Garafulic Y., exhibe, la lucha de dos espíritus: yanquis o "gringos" y chilenos, representando al hombre que habita desde el extremo mexicano, hasta las tierras australes. Es obvia la categoría en que se sitúa el protagonista, ingeniero coquimbano de 28 años que dirige la Baronesa, una de las muchas faenas mineras en el cerro de Carnalavaca.
El capital nacional presente en el Cerro del Cobre, no pudo competir con los extranjeros. Sus maniobras (lícitas o no) les facilitaban apoyo político, divulgación o justificación en la prensa, y hasta el despojo de la mano de obra, sobre la base de una conveniente política de oferta y demanda laboral.
Carnalavaca, mientras tanto, ya encerraba la promesa de su opulento porvenir, pues era el sitio elegido por Leo Blumenthal para que, fuese el punto de partida de un imperio, así como en el salitre lo fuera el de John Thomas North. Carnalavaca, la norteamericana, crecía hasta consolidarse como una realidad metafísica, a media que desaparecían los intereses y las pertenencias mineras de los pocos connacionales que aún restaban como propietarios de esas tierras.
En el contexto americano era reflejo de una idea expansionista por apropiarse de inmensas riquezas diseminadas por doquier y que requerían capitales para su explotación. En el plano local, era una completa factoría donde cada "chalet" del "American Camp", ya marcaba sus propias diferencias. El "Welfare Department" imponía sus especiales disposiciones para la vida del "blackman" chileno y el "blanco" norteamericano.
El cuadro que ofrece Garafulic, es el de un submundo cuyos antecedentes, en el ámbito de las letras, movieron a escándalo y fueron hasta pretexto de escarnio para algún osado escritor. El autor, continúa la perspectiva crítica de sus antecesores y a través de la su denuncia, da paso a una abigarrada multitud que, pese a las adversidades, mantiene intactos ciertos méritos.
Osvaldo Maya C.