Mario Odgers
"Eximio bandurrista": dijo nada menos que Yolanda Montesinos, quien era referente obligado para los "chiquillos" de esa época, como crítica de espectáculo. Mario recibió esa y otras expresiones excelentes acerca de su interpretación musical. Cada vez que recordábamos el "eximio", reíamos.
También reíamos al rememorar nuestros días en la Universidad cuando fuimos bautizados como los "insopor" o "el Triángulo de las Bermudas", por ser justamente "insoportables". Creíamos que el mundo era nuestro porque sobresalíamos de nuestros compañeros: Mario, por su risa fácil, su amistad, su sencillez. Él era "claro como una lámpara y simple como un anillo". Mónica, por su personalidad avasalladora y "lenguaraz". Yo, porque fui ayudante de varios ramos, hasta lo fui honorífica del recordado "viejo Peralta". Esos éramos…Nos echaron del ramo de Lírica Hispanoamericana, por pesados, por "insopor". La vida quiso que nuestra amistad perdurara más allá de lo académico y así formamos nuestras familias. Mónica se casó con el "negro Gaytán" (¡pobre de ella!) Y yo, con Mario. Tanto era nuestro "fiato" que nos seguimos juntando. Vinieron nuestros hijos, los primogénitos se llaman Maximiliano. Ambos. Y nunca hablamos de qué nombre les pondríamos. Después vinieron las pérdidas de nuestros padres.
Y allí estábamos siempre los tres. Los viajes al adorado Chañaral de Mario. Los hijos de Mónica y Sergio y los nuestros, se acunaron con las canciones de la Estudiantina Magisterio y luego asistiendo a los espectáculos de Chañar. Vibramos de emoción cuando participó en el Festival de Viña del Mar.
Nos fascinaba cantar juntos, mientras Mario se empeñaba en hacer voces y decía que éramos "porronas" porque no aprendíamos. Él no olvidaba su alma de músico y arreglista y nosotras sólo queríamos cantar y, por supuesto, reírnos. Pero la vida y la convivencia son implacables y debíamos ser amigos o parejas. Ya saben el resto.
Tenemos nuestros hijos y nietos que se encargarán de mantener vivo su recuerdo. Y yo, mientras me quede en esta dimensión.
M. Alexandra Durán