Consecuencias económicas de la conmutación a larga distancia
Según el último censo válido, 16.517 trabajadores de Antofagasta vivían en otras regiones en 2002, lo que equivalía al 10% de los ocupados. En 2016, la cifra de trabajadores casi se ha multiplicado por cuatro llegando a 59.099, lo que representa el 17,6% del total de los ocupados y casi el 45% de los trabajadores de la minería según información entregada por el Observatorio Laboral de la Región de Antofagasta (OLAB) a partir de la Nueva Encuesta Nacional de Empleo del INE. La conmutación a larga distancia desde otras regiones es casi invisible y solo se percibe en el aumento del tráfico en los aeropuertos y estaciones de autobús de la región, sin embargo sus consecuencias son muy significativas y necesariamente objeto de la política pública.
Durante las dos últimas décadas, la extensión de la conmutación a larga distancia ha sido una sangría continua de riqueza para Antofagasta. Esta forma de organización de la producción tiene dos consecuencias económicas negativas para la Región. La primera es directa y corresponde a los ingresos que vuelan hacia otras regiones. En dos columnas recientes del Mercurio de Antofagasta, la alcaldesa Karen Rojo y Antonio Sánchez estiman esta fuga de ingresos entre 800 y 900 millones de dólares anuales. Sin embargo, este no es el efecto más importante para el desarrollo de Antofagasta. Hay una pérdida indirecta cuyas consecuencias son más profundas. Como el dinero que se va no se gasta en la región, este no tiene un efecto multiplicador en el consumo que supondría la creación de más ingresos, más empleo y mayor diversificación. En 2002, el IDEAR estimó que entonces el efecto indirecto de la conmutación a larga distancia era de 120 millones de dólares más y 7.000 nuevos empleos que se habrían concentrado en sectores como el comercio, la manufactura y otros servicios, dando lugar a una región más diversificada y sustentable. Hoy este efecto indirecto es, sin duda, mucho mayor porque el número de conmutantes se ha multiplicado por cuatro y los encadenamientos de la minería han aumentado debido al crecimiento de la subcontratación.
La expansión de la conmutación a larga distancia es fruto, entre otros factores, de la calidad de vida de las ciudades mineras, de los altos precios y del carácter cíclico del empleo en la minería, pero es fundamentalmente el resultado de una regulación que lo permite y de una decisión estratégica de las empresas que en muchos casos han optado por tipos de turnos que favorecen vivir fuera de la región. Es cuanto menos contradictorio plantear programas como Calama Plus y Creo Antofagasta y, al mismo tiempo, promover el sistema de turnos de 7x7. Reducir la conmutación a larga distancia requiere soluciones integrales que van desde un cambio en la regulación laboral hasta la mejora de nuestras ciudades. Desde la perspectiva de las empresas, hoy la política de responsabilidad social con efectos más inmediatos para la región sería limitar la conmutación a larga distancia y atraer más población a la región.
Miguel Atienza
Departamento de
Economía UCN, IDEAR