La pobre cosecha de las Olimpíadas
Chile gastó US$ 10,5 millones en la preparación de los deportistas, una cifra alta, pero absolutamente menor al lado de las potencias. Ciertamente eran escasas las posibilidades de obtener alguna presea, aunque nuestro país podía adjudicarse alguna, ya que por historia, siempre hemos tenido alguna grata sorpresa con nuestros jóvenes.
La reciente fiesta del deporte que nos ofreció Río 2016 es, sin duda, uno de los mejores espectáculos que pueden observarse a nivel planetario. Ello es producto de la puesta en escena y la enorme calidad de los exponentes que participan.
Debemos reconocer que en las últimas décadas hemos visto a los más grandes exponentes en la historia de la actividad física, muchos de los cuales dijeron presente en la primera cita olímpica realizada en Sudamérica.
Están los casos del atleta Usain Bolt; la gimnasta Simone Biles; el nadador Michael Phelps, por nombrar algunos, que quedarán en la memoria colectiva por muchos años.
Sin embargo, para Chile, estos juegos fueron una competencia para el olvido en muchos de los casos. Sólo Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela representaron a Sudamérica en el medallero. Las opciones reales de Chile, considerando el rendimiento de los nacionales durante el ciclo olímpico y sus marcas de clasificación eran, sin embargo, muy bajas. Finalmente, esa situación se reflejó en la competencia, pues nuestros atletas obtuvieron sólo cuatro diplomas olímpicos (se otorgan a finalistas o a quienes se ubiquen al menos en octavo lugar): la triatleta Bárbara Riveros, la lanzadora de bala Natalia Ducó, el gimnasta Tomás González y la pesista María Fernanda Valdés, en una delegación de 42 deportistas.
Chile gastó US$ 10,5 millones en la preparación de los deportistas, una cifra alta, pero absolutamente menor al lado de las potencias. El mismo presidente del Comité Olímpico Chileno dijo que nuestros representantes eran amateurs compitiendo con profesionales.
La frase es dura, pero cierta. Salvo el fútbol -a nivel de selección adulta- y algunos años del tenis, muy poco es lo que hacemos para alcanzar, como país, un sitial interesante en materia deportiva. Más aún , son esfuerzos individuales y familiares, los que marcan la diferencia en casos exitosos, ya que no existe una política de largo plazo para ello.
Aún estamos lejos de tomar un rumbo en serio para ser un actor relevante a nivel mundial en el deporte profesional.