Tres puntos de vista: el "Paco Rivano" de los otros
Aldo Parodi, Alberto Fuguet y Luis Barrales abordan al fallecido Luis Rivano, quien atravesó la literatura y el teatro chileno como un afilado cuchillo y nunca dejó que los elogios ablandaran su posición estética y política.
Indiferencia es lo último que provocó Luis Rivano (1932-2016) en vida, tanto su escritura veraz y feroz como su personalidad polémica y vehemente. Su imaginario está fuertemente ligado a su paso por Carabineros de Chile, institución que lo dio de baja tras su primera novela "Esto no es el paraíso" (1965), de la que afirmó haber vendido treinta mil ejemplares autoeditados, pues no aceptó los cambios que una editorial le imponía para publicarla.
Los braseros de Lucifer
El escritor y cineasta Alberto Fuguet fue uno de los principales responsables del nuevo aire que recibió la obra de los clásicos de la miseria en los noventa, mucho antes de que la academia los acogiera. Así los presentó: "Fueron héroes de la ficción en papel roneo nacional, escribidores y autores proletas que autoeditaban sus propias obras que luego vendían como literatura barata, de consumo, a los trabajadores de la época".
El autor de "Mala onda" evocó su encuentro con el librero en San Diego. "Rivano me recibió como un igual, me hizo leer a Manuel Rojas, me habló de otros escritores de la ficción pulp, Alfredo Gómez Morel y Armando Méndez Carrasco. Fue mi guía para mi novela 'Tinta Roja' y la presentó en 'Los braseros de Lucifer', un restaurant cerca de San Diego, junto al 'Gato' Gamboa. Me hizo firmar en su muro o techo en su librería y me mostró las joyas de libros escasos que tenía en el segundo piso".
-¿Qué los unía?
-Presenté su Narrativa completa hace algunos años. Éramos súper distintos, de otros mundos, otras generaciones, pero sentíamos algo en común, ambos éramos pop, ambos éramos de la orilla, creo.
Sin transar
El dramaturgo Luis Barrales, conocido por "La mala clase" y "Príncipes de barrio", pone en escena un mundo común con el fallecido Rivano. Sus personajes también están fuera de la ley.
- ¿Qué valora de la dramaturgia de Rivano?
-Su estética, su construcción de personajes, al punto de hacerlos incuestionables. Uno los leía y creía de inmediato, la verosimilitud se ampliaba al universo completo que proponía. Es indudable que su conocimiento de los personajes y los universos que ponía en cuestión influían, pero su mirada los elevaba por sobre la prosaica realidad.
-Visto en conjunto, ¿le parece coherente el teatro de Rivano?
-Hay una cuestión ética que cautiva, una virtud que compartía con Juan Radrigán, la mirada bizca, la llamo yo, el poner el ojo donde a él le interesaba, no donde lo estaba poniendo el quehacer teatral.
-¿Sus obras favoritas?
-Varias: "El rucio de los cuchillos", "Por sospecha", "Te llamabas Rosicler", "¿Donde estará la Jeanette?". En las escuelas de teatro son imprescindibles.
-¿Tuvo contacto con él?
-Lo conocí poco personalmente, cuando se montó "El rucio de los cuchillos" la última vez, dirigida por el querido Rodrigo Achondo. Tuve la oportunidad de compartir algunas veces con él, después del estreno y la última función. Nos dedicamos a escucharlo, hablaba poco, pero cuando tomaba la palabra había que escucharlo. Era un hombre que generaba respeto.
Libros gratis
Aldo Parodi, actor, director y docente de teatro, hoy en la Compañía Teatro Secuela de Valparaíso, dirige actualmente una nueva adaptación de "Por sospecha", con funciones programadas en el bar teatro La tertulia, Parque Cultural Ex Cárcel y Sala Síntoma, durante el último trimestre de este año.
-¿Por qué decidió montar "Por sospecha"?
-Porque se trata de la polémica detención. En la obra hay tres personajes en un calabozo, y el "lanza" le dice al maestro "todo se puede volver a repetir"; es un acertijo dentro de la obra, una amenaza. Da a entender algo muy delicado, Rivano la montó por primera vez en los setenta, en un período difícil: uno nunca puede saber qué va a ocurrir. El atractivo de la obra está en dar vida a estos personajes populares, muy queribles, muy humanos, que se cuentan la vida dentro de un calabozo, muestra vidas dramáticas y un humor descarnado.
-¿Cómo definiría la dramaturgia de Rivano?
-Rivano es un gran escritor de pueblo y costumbres, de gente de calle y poblaciones, como Juan Radrigán. Era una persona muy particular, muy consecuente, muy importante en su producción literaria y teatral.
-¿Cómo fue la gestión de los derechos de autor de la obra?
-Fue muy amable con nosotros, cuando le pedimos la autorización para montarla, liberó sus derechos. No fue un acercamiento profundo, él sabía lo difícil que era hacer teatro.
-¿Recuerda algo personal de Rivano?
-Era muy popular entre los estudiantes de teatro, en su librería les bajaba los precios y a veces hasta les regalaba los libros.
Luis Rivano falleció el 15 de septiembre que recién pasó.
Por Cristóbal Gaete
De ahí en adelante sigue un listado importante de novelas cortas ("El apuntamiento", "Tirar a matar", entre otras), un libro de cuentos ("El rucio de los cuchillos") y su reconocida dramaturgia ("Escucho discos de Al Jolson, mamá", "Los matarifes", etc.) estudiada en las universidades, una producción intensa durante veinte años que posteriormente fue menguando.
En la última década la difusión de su obra se ordenó. De las autoediciones en su librería y la circulación de libros usados pasó a la antología de sus mejores obras teatrales. Su narrativa fue puesta en librerías por editoriales con eficiente distribución. Volúmenes anchos que le hacían justicia a su trabajo, destacado habitualmente entre los clásicos de la miseria, autores que sin piedad contaban el Chile de los sesenta y excitaban el morbo conlos bajos fondos.
Rivano, el único sobreviviente de esa etiqueta, cada tanto era redescubierto, remontado, porque su obra late en el lenguaje del cemento, en la estilización del margen donde viven sus personajes, con guiños a la cultura popular. Tampoco es olvidada su estampa de librero en calle San Diego, su posición política adherente a Pinochet, que probablemente impidió un mayor reconocimiento en vida.
"Rivano me recibió como un igual, me hizo leer a Manuel Rojas, me habló de otros escritores de la ficción pulp (...) Fue mi guía".
Dinko Eichin frost