A poco menos de dos semanas de las elecciones municipales es de esperar que los candidatos a alcalde y concejales tengan claros lo que pueden hacer por nuestra ciudad, al tiempo que la ciudadanía calibre en plenitud lo que está en juego en los comicios del próximo domingo 23 de octubre.
Son 230 mil los electores que potencialmente pueden sufragar ese día en la capital regional; lo malo es que apenas se espera que un máximo del 30% de ese total ejerza su derecho. Ello equivale a casi 80 mil personas, un margen muy menor, pero que ya es tendencia en los procesos más recientes, tanto municipales, como presidenciales y parlamentarios.
Enfatizando lo anterior, debe insistirse en la necesidad de que los antofagastinos ejerzan su derecho en el entendido que los destinos del período 2017-2021 se juegan en esa jornada.
Asimismo, es indispensable que los candidatos se comprometan en ese esfuerzo, no caigan en el pesimismo, ni tampoco en el desánimo por situaciones económicas coyunturales que son más pequeñas que el gran futuro que tiene nuestra capital regional.
Antofagasta no es sólo una ciudad minera -ciertamente es el aspecto más relevante desde el punto de vista productivo-, pero tiene muchas más condiciones para ser capaz de llevar un plan de desarrollo que la acompañe por largo tiempo.
Es una ciudad de servicios, que puede y debe ampliar su mirada geográfica hacia espacios más grandes, hacia el conosur, por ejemplo, tanto en lo referido al comercio, como con la educación.
Podemos convertirnos en un enclave que sea la puerta de entrada y salida para países mediterráneos y aquellos que miran el Atlántico, y también podemos educar a sus hijos en materias que aquí son dominadas, merced al desarrollo universitario existente.
El cluster solar también es una enorme oportunidad, lo mismo que el turismo y otras actividades.
Soñar y construir una Antofagasta mejor depende de liderazgos convencidos de las oportunidades que tenemos al alcance de la mano y que son absolutamente necesarias para nuestro futuro de largo plazo.