Antofagasta tiene un problema bastante complejo con la delincuencia. Es mayor que la mera estadística y se está instalando como verdad en las conversaciones de la ciudadanía. Mientras los delitos bajan, la llamada sensación de temor, sigue encumbrada.
Veamos. La ciudad registró un importante descenso en las denuncias por Delitos de Mayor Connotación Social (DMCS), según informes de la Subsecretaría de Prevención del Delito. El hecho concreto nos dice que entre enero y septiembre de este año en la comuna fueron reportados 10.092 ilícitos, lo que representa una caída de 13% (1.312 casos menos) respecto a igual periodo de 2015.
Los resultados, a los que se sumó la Cámara Nacional de Comercio, confirman una tendencia que ya se venía advirtiendo en distintos reportes, tanto de la institución policial, como del gobierno. Hay menos delitos y hay menos denuncias. Antofagasta, de hecho, se ubicó como la quinta comuna del país con el mayor descenso de denuncias este año, detrás de Lo Barnechea (-35,6), Linares (-25,3), Puente Alto (-14,4%) y Pudahuel (-14,1%).
Las estadísticas de la subsecretaría también son avaladas a nivel regional. Según el reporte, de enero a septiembre fueron denunciados 17.312 delitos de mayor connotación social, lo que implica un descenso de 11% en relación a iguales meses del año pasado.
¿Qué pasa, entonces? ¿Por qué la ciudadanía percibe lo contrario?
Tal juicio es puntualizado por dirigentes vecinales y personas comunes y corrientes que tienen la convicción de que en Antofagasta la tasa delictual es mayor, crece y está sin control. Además, para empeorar el fenómeno un segmento de la población responsabiliza a los inmigrantes, cuestión que es errada.
El hecho no tiene vinculación estadística, pero ya queda claro que sólo los números no son suficientes para revertir tales impresiones. Esto implica que las autoridades de todo nivel deberán mejorar sus grados de coordinación y abordar de manera más integral un fenómeno que es más complejo de lo que creemos y que a la larga, le hace mal a la ciudad al instalarse ideas erradas del presente.