Días inolvidables ocurren en el campamento Luz Divina de Antofagasta. En ese sector, uno de los más pobres de Antofagasta, unas 60 personas estudian distintos cursos en el Centro de Formación La Chimba. Se trata de una iniciativa pionera, creada por el sacerdote jesuita, Felipe Berríos, además capellán del centro, quien enfocó esta oportunidad en los habitantes del campamento ubicado en la zona norte de la ciudad y otros aledaños.
El centro educativo, que ha sido mantenido en sigilo, es una especie de gran taller, construido con el aporte de distintas empresas y particulares de la zona y el país. Se trata de una estructura de sorprendente estándar, con equipamiento de distinto tipo para que los alumnos realicen las prácticas correctas y necesarias de sus estudios.
También destaca que aproximadamente un 90% de los estudiantes sea extranjero, de Perú, Colombia, Bolivia, con todas las dificultades que ello implica: pocas redes de contacto, estigmatizaciones, baja oferta de oportunidades.
Los cursos -de seis meses- son desarrollados en horario nocturno, ya que todos los alumnos -mayores de edad- trabajan en distintos lugares durante el día.
"Es muy importante acogerlos, que vengan a un lugar limpio, digno, que sea bonito y por eso el enfoque es mucho más que capacitación para un oficio, sino que se reconozca y valore como persona", explicó Berríos. Lo mismo repite Susana Véliz, pobladora del mismo campamento Luz Divina y directora del Centro.
Indudablemente se trata de una creación generosa, que entrega dignidad a la gente. Como reza el dicho: no les entrega pescado, sino que les enseña a pescar. Ejemplos como este nos muestran que siempre es posible encontrar casos concretos de bien común, en Chile y en nuestra ciudad.
Pensar en los demás y trabajar por ello, nos hace bien a todos. Lo anterior con el aliciente que estas acciones concretas rompen los estigmas de la desconfianza galopante en el país. Chile tiene ejemplos de conductas éticas y ciudadanos que día a día pelean por salir adelante.