Otra fuerte alza registró el desempleo regional en el período agosto-octubre, llegando a 8,1%, la segunda cifra más alta del país. Sin embargo, lo inquietante es que ya van 9 mil cesantes en un año, todo por consecuencia de la caída del cobre y los ajustes en la minería.
El análisis coyuntural del INE también advierte que este fenómeno económico-social está directamente relacionado por el alza de desocupados en mayor proporción a la fuerza de trabajo, pese a que los ocupados tuvieron una leve aumento.
Sin embargo, aparte de las estadísticas, el problema de fondo pasa porque la región no ha sabido ampliar su matriz productiva en los años del boom minero, quedando básicamente ligada tal estabilidad sólo a la extracción de cobre y otros minerales, cuando los ejemplos mundiales van en otra dirección.
Un caso es Finlandia. Su primer impulso al desarrollo estuvo ligado a la minería, para luego concentrarse en la expansión mundial de la gigante Nokia en el diseño y venta de teléfonos móviles. Pasaron algunos años y su empresa 'estrella' -ligada fuertemente a la conducción del Estado- sucumbió frente a los adelantos tecnológicos de Apple y de otras compañías asiáticas que hoy son líderes en el mundo.
Los fineses quedaron fuera de la categoría de los países de élite, pero sus autoridades y empresarios concentraron sus esfuerzos en la innovación a todo nivel. Así recuperaron sus niveles de ingresos y productividad, claro que ahora bajo el techo de una diversificación de su economía, que va desde el aprovechamiento de sus bosques hasta la fabricación de insumos para computación.
Entonces a esta altura del estado del arte, el desempleo regional parece un resultado más que previsible desde hace varios años.
Esto porque el cluster minero sigue al debe y los avances más promisorios aparecen en los proyectos de energía renovable no convencionales y la integración económica con los países del Zicosur, aunque todavía muy lentos para enfrentar el masivo despido de trabajadores de la minería.