La delincuencia, entendida como la negación de las buenas costumbres, socava la estabilidad política y merma la confianza pública, razones más que suficientes para no darle tregua. El delito socava la confianza, daña la calidad de vida de las personas y la sociedad, aspectos que determinan la prioridad que tiene para la gente este asunto.
Los gobiernos tienen el deber de garantizar la paz social y el orden, hacer cumplir la ley y aplicar políticas preventivas y sancionadoras.
Pero la delincuencia es mucho más que asesinatos, narcotráfico y otros fenómenos de alto impacto social. La delincuencia también se observa en delitos de corte menor, como los hurtos, o la destrucción y los rayados en sitios públicos y privados. Todas cuestiones que suman a una sensación de inseguridad.
Tampoco pueden dejarse de lado los denominados "delitos de cuello y corbata", habitualmente económicos y tremendamente dañinos para la fe pública. De allí que el impacto de acciones como la colusión entre productores y, en general, cualquier acción que perjudique a los consumidores, es nefasta para todo el sistema, que descansa en la confianza.
Sería deseable que los parlamentarios alzaran la voz e hicieran acciones para enfrentar estos fenómenos y otros hechos que vulneran la ley, atentan contra las buenas costumbres, provocan una extrema alarma pública, como los homicidios, femicidios violaciones de menores y también quienes menoscaban a extranjeros, o los perjuicios ocasionados por empresas y autoridades.
Vale decir, la delincuencia no es sólo el crimen, también lo son las faltas -por cierto, en menor grado- y los grandes perjuicios de conglomerados en contra de los consumidores.
Al final, esa sensación de indefensión, de cierto descontrol -errado o no- es lo que está pasándole la cuenta a un sistema que al menos desde el punto de vista simbólico, se deteriora, al aumentar la desconfianza en todo el andamiaje encargado de impartir justicia. En definitiva, la sociedad necesita percibir que la delincuencia no gana terreno, por el contrario, que es acorralada y disminuida.