Lo bueno y lo malo Dagmara Wyskiel Polaca, doctora en Artes Visuales Anna R. Apollonio Italiana, Puerto Ideas Briggith Calderón Colombiana, periodista Conchita de la Corte Española, periodista
Tolerantes, abiertos, con disposición a aceptar al otro, tal como es.
Alegres, con predisposición de pasarlo bien.
Con ganas de ser parte activa de cambios en la ciudad, de seguir, de superar obstáculos, de crecer.
El amor que le tienen a Antofagasta. Un amor ciego, entrañable.
La cohesión y la solidaridad en los momentos difíciles del país (tragedias).
El apego a las tradiciones, eso es algo muy bonito.
He palpado la solidaridad de la gente y el espíritu generoso de apañar al otro.
Admiro la capacidad de superación y la tenacidad para hacer las cosas.
Adoro su sentido del humor, siempre a flor de piel.
El antofagastino es gente muy colaborativa y generosa.
Según mi experiencia, la gente es cariñosa y acogedora.
Apasionados... bromistas (o como se dice acá, chistosos).
Poco atrevidos, prefieren copiar que atreverse y proponer algo nuevo.
Son consumistas, bienes materiales ante todo.
Con lagunas enormes en educación, incluso a nivel básico.
Cuanto más alto el cargo que ocupan, más arrogantes son y el tamaño de su auto desmesurado.
Su racismo hacia los colombianos, su burla a los peruanos y bolivianos.
Su descuido y la suciedad de la ciudad, especialmente en parques y plazas.
Sienten temor a explorar algo distinto.
Aún no saben disfrutar la riqueza de la diversidad y la inmigración.
Me apena mucho cuando hacen eco de los prejuicios sin certeza.
El antofagastino es impuntual.
Carece de cultura gastronómica.
No sabe valorar la importancia del mar.
Son acogedores, he conocido buenos amigos no sólo en el trabajo.
En Antofagasta me siento como en casa, no me arrepiento de salir de mi país.
He aprendido muchas cosas en Chile y aquí formé a mi familia.
Ingeniosos, siempre buscan maneras creativas de solucionar problemas.
Son trabajadores, hacen mucho con poco de repente.
El antofagastino destaca por su buen sentido del humor, sabe reírse.
Los antofagastinos me recibieron bien, a las personas aquí les interesa mi país.
La mayoría de los antofagastinos son muy buenos para las celebraciones en cualquier actividad.
Son muy orgullosos de su región. Los nacidos aquí defienden su ciudad, siempre.
La gente de acá siempre está llana a ayudar, especialmente en una emergencia.
Siempre me han acogido bien y la gente trata de entenderme, hablan más lento.
Nunca he sido víctima de un delito, a pesar de que me habían advertido.
El antofagastino mete a todos en un mismo saco y eso algunas veces es malo.
Trabajé en una empresa y nunca me subieron el sueldo, algunos se aprovechan de eso.
Tienden a meter a todos en un mismo saco, falta sensibilidad cultural.
Complejo de inferioridad, porque hablan de forma negativa de sí mismos.
Son más lentos que el resto de los chilenos, al hablar de los servicios.
El individualismo es un problema. Esto se nota especialmente en el tránsito.
La impuntualidad de los antofagastinos es algo que me incomoda.
Creen que por ser de Inglaterra tengo mucho dinero.
Noto cierta agresividad de la gente, como los conductores. No son muy amables.
Un ebrio, cuando llegué, me trató muy mal sólo por venir de otro país.
Falta de conciencia ecológica, la gente tira desperdicios en cualquier lado.
Se acostumbran a situaciones deficientes y las aceptan sin reclamar.