"El Antofagasta que sueño"
El Antofagasta que soñamos es un Antofagasta justa con igualdad e inclusiva, que proteja sus patrimonios y riquezas naturales. Un Antofagasta con una avenida Brasil que llegue a todos los lugares.
Antofagasta es una radiografía a pequeña escala de los problemas del mundo. Por una parte tenemos la ciudad con un PIB per capita como el de Londres, y resulta habitual ver los grandes autos y los modelos de viviendas como en Estados Unidos o simplemente edificios con laguna incluida, un gran mall y restaurante con vista al mar como en California. Familias que tienen 3 autos.
La orgullosa capital minera que cuenta con un puerto en donde se exporta la economía del país. Y por otro lado tenemos una de las ciudades con la mayor desigualdad de Sudamérica:
El otro lado de la Luna:
Por otra parte tenemos una ciudad que se sumerge en la basura, con personas destinadas a la ignorancia ecológica. Con niños que no eligen donde nacer y que ya tienen menos posibilidades. Poblaciones donde el tráfico de drogas es una salida válida para muchas personas que lo hace el sustento de sus vidas, y que a la larga, terminan pagando su karma con hijos drogadictos, delincuentes o prostitutas, pasando a ser algo normal. A niños empujados por la educación formal a mirar al traficante de la esquina como un modelo a seguir. ¿Y porqué no? Si él tiene un gran auto y buenas zapatillas. Una ciudad que desconoce sus atributos naturales, una ciudad que mira al cerro y no al mar al que el desconocimiento a hecho que pierda gran parte de su brillo. Una ciudad que tira la caca, petróleo al gran azul.
Ciudadanos individualistas que no les importa el dolor del otro. Una ciudad con políticos que trabajan en modelos económicos que no funcionan y quedan sumergidos en una especie de pereza o sesgo que los lleva a trabajar sobre los mismos recursos, y no mirando los otros recursos de esta rica tierra en la que estamos parado. Seguimos fortaleciendo un sistema económico que hace a algunos más ricos y empobrecen a otros más.
Pareciera una utopía hablar que se puede construir una ciudad igualitaria, una ciudad sin basura, sin delincuencia, donde todos nos miremos iguales con respeto y sin diferencias, una ciudad desarrollada con calidad de vida. Una ciudad que luzca en su totalidad como los Jardines del Sur, con ciclovías por toda la ciudad, una ciudad sin campamentos, segura, con medios de transporte de primera línea, una ciudad buena con nuestros ancianos, con respeto a las diversidades, a los animales y al medio ambiente.
En la actualidad hablar de que es posible construir este tipo de ciudad suena una utopía, algo que es imposible que suceda, de tal manera que es mejor no hacerlo y seguir con el modelo actual y salvar mi propio trasero y lo demás no importa.
Tan grande es nuestra indiferencia de las problemáticas que existen que ni siquiera pensamos en el futuro Antofagasta que estamos dejando a nuestros hijos y nietos. Peor aún, estamos construyendo cosas que ellos tendrán que derrumbar haciendo más difícil su camino.
Pero siempre en los problemas existe una oportunidad de desarrollase como persona o desarrollar una solución que se puede convertir en un proyecto de vida y eso en esperanza.
Antes de hablar del problema que Budeo ve y el que nos da la oportunidad de ver un nicho de trabajo construyendo una mejor sociedad, voy a contarles como este proyecto nace desde la experiencia y desde el sueño de un pequeño de 14 años.
Desde mis recuerdos y no recuerdos, he tenido una vida marcada por los problemas sociales. Comenzando por el abandono que sufrió mi abuelita por parte de su esposo con cuatro hijas pequeñas. Una de ellas mi mamá, que a la vez fue madre soltera a los 14 años de edad, por lo cual muy joven tuvo que trabajar en la Guanaye pelando pescado para llevar el sustento y ayudar en la casa a mi abuela y sus 3 hermanas.
Me cuenta mi abuela que me llevaba a esta empresa, que quedaba debajo de la casa (en la población El Golf), para que mi mamá me diera la ración de leche desde su pecho y un rato de tenerme sus brazos. A la edad de 10 años soñaba con tener un padre lo que sucedió cuando mi madre se casó con mi padrastro que conoció en esta misma empresa de pescado. Pues ese fue el mejor momento de mi vida hasta esos 10 años. Luego viví en diferentes lugares con mi madre y mi padrastro. En calle Calbuco cerca de la Feria Prat. En la calle Quecheregua donde tenía que bajar de mi casa echando el cuerpo para atrás y subir con el cuerpo hacia adelante. También en Carlos Pérez Bretti en la Bonilla donde pase parte de mi infancia jugando en los arenales. Lamentablemente la relación con mi padrastro no fue la mejor y abandoné mi casa a la edad de 14 años y volví a la población El Golf, a la misma casa pero que esta vez estaba abandonada, ya que mi abuelita se había juntado con Don Víctor el que fue su último marido y se la llevó a vivir a la calle Montegrande, debajo de la Segunda Comisaría.
Pues ahí estaba viviendo en una casa solo en la población El Golf. Me tocó ver muchas cosas a esa edad. Desde la llegada de los marinos con metralletas por el tráfico del molusco el loco. Ver llegar a la policía en grandes buses para hacer redadas a los traficantes. Ver a la PDI agarrándose a balazos de esquina a esquina con los "patos malos" y escuchar decir a uno de ellos…."Esto es como La Legua" (seguro era un PDI trasladado de Santiago). También veía mujeres embarazadas fumando pasta cada día. Mujeres drogadictas haciendo sexo atrás de los autos a hombres viejos. Ver el tráfico y el consumo de pasta base como algo habitual, los niños chicos jugando al lado de los drogadictos era algo muy normal.
Entonces comprenderán que mi destino no era prometedor, mi opción más cercana era ser uno más de los traficantes, drogadictos o delincuentes de la población. Uno de esos que ahora a todos les gustaría ponerles una bomba y desaparecerlos. Esa era una gran opción para mí. ¿Porque no? Si al traficante le iba bien. Porque no hacerlo mi ídolo. Pues sepa usted que esa es la realidad de miles de niños de Antofagasta, de muchos miles más en Chile y cientos de miles en el mundo.
Pero mi destino sería totalmente diferente.
En este tiempo tenía un pequeño conocimiento del deporte llamado bodyboard . Un día con mi amigo llamado Miguel, alias El Bufón, bajamos a la playa que quedaba debajo de esta casa a ver si teníamos la suerte de correr algunas olas y bajamos en la tarde, tuvimos suerte ya que salía una ola pequeña que se sentía divertida y quedamos de acuerdo de bajar al día siguiente a las 7 de la mañana…..Huuuuu nuestra sorpresa fue grande ya que justo entró una marejada y nos llevamos la sorpresa que era una ola perfecta. Pues nuestras voces se perdieron por gritar tanto de la alegría que habíamos descubierto una ola espectacular a la que después de un año de discutir como la llamaríamos, quedo con el nombre Budeo abreviando nuestros dos sobrenombres de niños (Bufón y Chupadeo).
Mi amigo era mucho mayor que yo, él ya tenía dos hijos y tuvo que dejar el mar y ponerse a trabajar.
Desde los 15 a los 19 años me vi surfeando solo. Durante esos cuatro años baje cada día a la playa desde las 7 de la mañana a las 9. De ahí partía al liceo donde siempre llegaba atrasado, pero los profes me tenían buena onda, me decían el "salado" ( liceo A-22). Luego desde las 16:00 a las 19:00 a la playa otra vez, esa era la rutina de la semana y los fines de semana. En verano desde las 8 de la mañana hasta las 13 y luego desde las 16 a las 21, esa era mi rutina.
Desde los 14 años hice una conexión con el océano, de la que me cuesta encontrar palabras para describirlo, pero lo haré de todas formas. Cuando me encontraba en el mar corriendo olas me sentía una persona feliz, todos mis problemas se quedaban en el mar. Disfrutaba mi niñez relacionándome con el mar, conversaba con el mar y éste me respondía con olas, discutía con el mar y le preguntaba cosas de la vida y porque me tocó vivirlas y me respondía con una olas perfectas, como queriéndome decir: "por qué te quejas, mira dónde estás".
Me mostraba cosas alucinantes como ver a los pelícanos y lobos surfear a mi lado, delfines y ballenas pasar a metros de mí. Algunas veces me tocó ver las olas sobre las nubes, eso si fue alucinante. También el mar me enseñó a leer el tiempo. Aprendí a conocer los ciclos del viento y como éstos impactaban en el comportamiento del mar. Aprendí cómo funcionaba el mar con la luna, sabía con exactitud a qué hora estaba la marea llena y la baja, sabía que cuando en Santiago o en el sur de Chile estaban los temporales a Antofagasta llegarían a través de marejadas entre 24 y 48 horas, más aun mi conexión fue tan grande que muchas veces soñaba que las olas estarían grandes y al siguiente día estaba de marejada. Comencé a bucear por mi playa y luego por la costa de Antofagasta conociendo la rica biodiversidad de nuestras costas y el amor se hacía más grande. También me alimentaba del mar, recuerdo que muchas veces iba a la playa y para estar todo el día y no volver a almorzar, lo que hacía era llevar un tarro de durazno en conserva de esos grandes, 5 metros de lienza, un chope, una cebolla, dos papas, un ajo y dos panes. Pescaba dos tomollos, sacaba piure, lapa y locos y luego los echaba al Tarro, junto con las verduras picadas y me cocinaba un caldo de mar. Otras veces pescaba mi carpa, un arpón, un chope, ollas viejas y me iba por un mes a quedarme en alguna playa en el desierto. En resumen era una un niño feliz y desde esa edad decidí hacer esa felicidad eterna. ¿Por qué no? Quería ser feliz siempre junto al mar. Ya a los 15 años sabía que mi sueño y deseo más grande era vivir del mar, y si bien no tenía en ese entonces padres que me apoyaran, tampoco tenía padres que me dijeran que no podía hacer lo que yo quería. Entonces el mar me enseñó lo más importante. Yo podía hacer todo lo que me imaginara.
Entonces mi primera opción para vivir de mis sueños era ser bodyborder profesional y viajar por el mundo representando a mi país, pero con el paso del tiempo eso se fue diluyendo ya que aquí no existía aún este deporte de manera desarrollada.
Un tiempo en largo en las sombras:
A los 19 años era uno de los mejores bodyboard de la ciudad y también las personas me conocían mucho por descubrir la ola Budeo. Estaba un poco famoso por ese tiempo. También a esa edad me cambie del A-22 al Liceo Experimental Artístico. Comencé a tener otro tipo de amistades. En este tiempo estaba muy frustrado porque no podía vivir del bodyboard, y también porque en este nuevo mundo que comencé a conocer ser buena gente y humilde era sinónimo de ser agueonao.
Seguí mis sueños, trabajaba como garzón y surfeaba, pero ya tenía 26 años y era padre soltero y ya todo me decían que el mar y la tabla no me daría nada y que me estaba volviendo loco. Entonces en ese momento comencé a dudar si lograría vivir del mar y conseguí un trabajo en la minería 7 x 7. Fue trabajando en ese lugar que me di cuenta que no quería estar en el cerro, sino que en el mar. Yo tenía un conocimiento único del mar y que tenía que encontrar la manera de poder vivir de lo que me gustaba. Entonces en esta faena se me ocurrió la idea de hacer una Escuela de Bodyboard para poder vivir de lo que me gustaba. Recuerdo que era día miércoles y me acerque al jefe y le dije que ya no quería estar ahí que mi cabeza está en la playa y que podía causar un accidente con eso. Me bajaron de inmediato y otra vez escuchaba la palabra que estaba loco.
A la semana siguiente y con la idea de hacer una Escuela de Bodyboard para ganar dinero enseñando, fue que puse un gran cartel en la casa de mi abuelita en la población El Golf "Se hacen clases de bodyboard". En ese momento pasó algo especial que marcaría mi vida para siempre y que encarrilaría mi vida al trabajo social. Comenzaron a llegar niños de entre 12 y 14 años afuera de mi casa, niños que tenían semejante problemas como los que tenía yo a esa edad y fue que dije "yo puedo hacer lo mismo que el océano hizo por mi con estos niños". Y de esta manera fue como comencé a hacer clases gratuitas de bodyboard a niños en riesgo social. Recuerdo que comencé a recolectar implementos viejos a deportistas que anteriormente yo les había enseñado pero que ya tenían su vida resuelta. Y así comencé…..Con un carrito de supermercado implementos viejos y 12 niños chicos de mi pobla atrás mío. No fue fácil la decisión en un comienzo ya que todos me miraban extraño.
Luego con la plata del finiquito que me dieron desde la minería, compre madera y les construí una escuela en plena carretera, con la misma arena, piedras de la playa y con cemento. Ellos ya tenían una escuela. La enseñanza que les daba intuitivamente aparte de enseñarles a surfear era a través de reflexiones donde le enseñaba lo importante que era ser un buen ser humano, el respeto al prójimo a tolerar las frustraciones entre otras cosas. Luego comencé a realizarles campeonato de bodyboard. El primero lo hice con 50 lucas y les hice cuatro durante ese año.
Un día lunes recuerdo en el mes de marzo del año siguiente que había comenzado con la escuela, me llega un correo desde Australia era de parte de Terry McKenna el director del tour mundial de bodyboard diciendo que se enteró de mi trabajo con los chicos de mi población y que le gustaría que representara a mi país en el tour mundial de bodyboard que comenzaba por Europa.
Simplemente no lo podía creer. Lo que había soñado toda la vida llegaba a tocar la puerta de mi casa y solo por el hecho de ayudar al prójimo. Ya con la carta de invitación en mano solo quedaba conseguirme el dinero para ir y gracias a la voluntad del empresario Sergio Manríquez pude comprar los pasajes para ir a mi primer destino París, Francia. Nunca había volado en avión, no conocía Santiago y tampoco sabía hablar en inglés. Pero ahí estaba arriba de un bus en camino al aeropuerto con un libro de inglés en una mano y con un proyecto para realizar una fecha del circuito mundial en Antofagasta (así de patuo).
Un año atrás de que esto pasara había conocido a una chica holandesa en San Pedro de Atacama.
Ella era una rubia de 1 metro 75 de ojos de color diamante. Compartimos sentimientos por dos semanas y eso fue una historia aparte. Pues en mis ojos era la mujer más bella que pude a ver visto jamás, pero ella se tenía que ir. Quien pensaría que en el futuro seria mi novia por cuatro años.
Continuó.. Antes de irme a Francia me contacte con ella y no dudó en esperarme en el aeropuerto de París. Ahí estaba ella con un vestido negro y sus ojos azules y salmones era la mujer más bella del mundo. Me tenía la gran sorpresa que había alquilado un departamento en el centro de París y me esperaba con una botella de vino dos copas flores y vino, fue mágico. Ella me dice con una voz muy dulce: Arturo tu eres un chico especial pero tienes que aprender muchas cosas y yo te voy a ayudar. Vanya Frejser era hija de un arquitecto reconocido en Holanda, sabía hablar cinco idiomas y conocía la mitad del mundo. Entonces junto con recorrer el circuito mundial por dos años por Europa ella me llevó a cuanto museo pudo, me habló de las guerras en los lugares donde sucedieron, me enseñó sobre las religiones, sobre arquitectura, arte y como las comunicaciones influyeron en las guerras entre otras cosas. Me mostró lugares donde la sociedad era casi perfecta entendiéndolo dentro de mi humildad por venir de la "golfo".
Pues mis pensamientos sobre lo que conocía habían cambiado. Y dentro de mi ignorancia y humildad le pregunte: cómo podía ser posible que existieran lugares tan bellos y lugares que pasaran cosas tan feas como el lugar donde yo provengo y de ahí me invadió una energía tan grande de querer cambiar la realidad del lugar de donde vengo. Entonces primero tenía que identificar el problema.
el mercurio de antofagasta 110 años