No deja de ser sorprendente el número de personeros que están disponibles para la Primera Magistratura del país, pero por sobre todo, llaman especialmente la atención los nombres nuevos, aquellos alejados de la política que hoy están en el tapete.
El último es el caso de la periodista Beatriz Sánchez, quien aparece como una de las opciones del Frente Amplio. Poco antes se había conocido el caso del sociólogo Alberto Mayol. En otro sector irrumpió el senador Alejandro Guillier, quien tiene un reconocimiento en el país, fundamentalmente por el trabajo que por años desarrolló en la televisión.
Sin dudas, el caso de Guillier es el mejor ejemplo, toda vez que goza de un respaldo que no nace gracias al ejercicio político. Esto pareciera una ventaja respecto a los nombres "tradicionales", en el contexto del preocupante descrédito de la actividad política en el país.
En efecto, para muchos, esos nombres podrían contraponerse a aquellos que vienen desde la actividad política más tradicional, entre los cuales encontramos a Ricardo Lagos, Sebastián Piñera, o Carolina Goic, por citar algunos.
¿Se trata de un enfrentamiento de generaciones?
Es difícil sostener eso, aunque para una parte del electorado sea un factor relevante, considerando el citado fenómeno de la minada credibilidad política. Con todo, lo relevante es que la ciudadanía conozca bien el domicilio de los postulantes y que estos entreguen cartas de navegación claras, precisas y conocidas de lo que pretenden hacer en un eventual gobierno.
La elección de un presidente o presidenta no puede ser la búsqueda de rostros nuevos, como supuesto castigo a la clase tradicional, lo que por lo demás es una respuesta bastante simple que sólo cae en la caricatura. Debemos insistir que los programas y la filosofía- disponibles es lo que debemos debatir.
Este sigue siendo un tema pendiente, por comodidad de los candidatos y falta de acuciosidad de la ciudadanía, lo que se ha repetido en elecciones municipales y otras, pero no puede seguir pasando. La vida en la sociedad exige responsabilidades de los ciudadanos, porque es mucho lo que está en juego.