Instituto de Cine Británico destaca las películas chilenas contemporáneas
RETROSPECTIVA. "Si tan sólo estas emocionantes películas pudieran verse en el resto del mundo", señaló.
El portal del Instituto de Cine Británico (BFI), dedicado a la difusión de obras y educación del público, realizó ayer una retrospectiva de las películas chilenas del Siglo XXI, con motivo de la selección del Festival Seminci. Se trata del segundo más antiguo de España, después de San Sebastián. Esto, dado lo "florido y diversificado" de la industria desde los 90 a la actualidad. "Si tan sólo estas emocionantes películas pudieran verse en el resto del mundo", señaló el organismo especializado.
El país fue el foco de la 61ª edición de Seminci, a realizarse en octubre de este año, con un programa titulado "Cine chileno de la democracia", que incluye 29 cintas. Esto, dado el posicionamiento internacional que ha hecho de la industria local el director Pablo Larraín, con "Jackie" y "Neruda".
Período fecundo
La revista digital destacó también la alta productividad cinematográfica del país: "Durante los primeros años del siglo se hacía anualmente una media de una a dos películas, pero en los últimos años, especialmente a partir de 2014, se aumentó a unas 40 producciones. Mirando más atrás, 12 cintas se realizaron en los 50, mientras que entre 2011 y 2015 se grabaron 146 películas".
Ante la interrogante de qué es el cine chileno ahora, el crítico italiano Giovanni Ottone, experto en la industria latinoamericana, señaló que la producción actual "tiene una identidad distinta al de hace 16 años, aunque paradójicamente fragmentada, operando en un registro personal y existencial a través de la óptica de la familia, con el conservadurismo y el sistema elitista entretejido".
Identidad
Uno de los autores nacionales que subrayó BFI fue Andrés Waissbluth, ("Un caballo llamado elefante", 2016"), para quien "el cine chileno tiene una clara identidad, con un sentido del humor particular, como en Bonsái, de Cristián Jiménez (2011), o Raúl Ruiz, con Noche en la Calle (2012), y una fuerte tradición de tratar temas históricos, como en las películas de Larraín y Guzmán, o "Violeta", de Andrés Wood, en 2011.
Individualismo
Pero "mucho más revelador", a juicio de la publicación, es la mirada del realizador sobre "la ausencia de un sueño colectivo": "Las películas chilenas hoy expresan la tragedia humana del individualismo que se instaló en nosotros de una manera tan violenta. Esa es la razón por la que las películas son también un poco oscuras y duras, desde la televisión más absurda hasta el cine más experimental, e incluso las comedias", agregando la edición que "todas hablan mucho sobre la soledad, como un fantasma".
Escuela de cine
La formación profesional de los directores fue tema para el organismo inglés, que destacó la tardanza de la apertura de una escuela de cine en Chile, que ocurrió en 1995 y en cuya primera generación se cuentan Sebastián Lelio, Sebastián Silva y Marialy Rivas.
Difusión de la industria local
El BFI señaló que "muchas de estas películas nunca salen del país ni se aventuran en otros mercados latinoamericanos, incluso si son promovidos por eventos como el Festival Internacional de Cine de Valdivia, una plataforma para el cine chileno desde 1993, y más recientemente el festival Sanfic, fundado en 2004, así como plataformas online gratuitas para cine chileno y latinoamericano como cinepata.com". Por eso valoró el nacimiento de la productora Fábula, de los hermanos Pablo y Juan de Dios Larraín, que "ha producido algunas de las películas más interesantes del país".