Jack Adams, de Antofagasta a la Segunda Guerra Mundial
El escritor Patricio Jara investigó la historia del aviador durante 13 años y la publicó esta semana en "South American Joe", un libro que parece una película, que comienza con el final y que aporta el contexto preciso construido a partir del relato de las hermanas del teniente Adams, que decidió dejar su hogar en el norte del país para unirse a la fuera aérea inglesa.
En vez de googlear, Patricio Jara buscó información en libros, en diarios viejos, vio películas en VHS y rastreó completo el Persa Bío Bío. Hoja por hoja, foto a foto, fue detectando datos que le sirvieron para construir su último libro. Con eso logró dos cosas: ganó tiempo -o, mejor dicho, no lo desperdició- y consiguió detalles únicos. "South American Joe" (Ediciones El Mercurio) es una investigación periodística que de internet tiene casi cero. En la red, Jara solo revisó las listas de tripulantes de la RAF inglesa (Royal Air Force) en la Segunda Guerra Mundial. La historia de Jack Adams, el antofagastino que dejó trabajo y familia a los 22 años para combatir en Europa, está armada desde los buenos recuerdos de las hermanas del aviador, las cartas de la familia y el detallismo impresionante del escritor.
Jara tardó 13 años en terminar el libro. En ese tiempo publicó otros seis. "Hubo momentos en que el texto descansó un año. Lo terminaba y salía un dato nuevo", cuenta el autor, dueño de un celular Alcatel más pequeño que su mano y en el que no puede almacenar más de una foto. Obviamente, no tiene WhatsApp ni puede revisar en él su Facebook o su mail, pero está bien así. No podría tener otro. "Pierdo tiempo, me distraigo muy fácil. Me tengo que ordenar de esa forma. Dejé de fumar, o fumo muy poco, y yo era de los hocicones que decían que no se podía escribir sin fumar ni tomar café", admite.
El libro de Adams es como una película. Tiene los ingredientes precisos, el contexto y las bombas exactas en cada escena. Parte además con un gesto valiente: comienza con lo que podría ser el final, con el protagonista muerto. No fue el único inicio que probó Jara. De hecho, cuenta que intentó con siete u ocho distintos. "Primero fue la escena en que el avión cae. Pero luego fue: conocí a Jack Adams 70 años después de su muerte. Para mí una cosa es la escritura, tener una sábana de material redactada más o menos decentemente, y otra es definir qué va primero. Lo mejor que te puede pasar es que tengas varios posibles inicios", explica.
-¿Cómo decides qué cortar y qué agregar en un libro así?
-Suelo escribir harto y siempre corto. No es raro que corte 30 páginas. Trabajo mucho la estructura, el chequeo de bloques, ser lo más preciso posible en la narrativa y en la construcción de datos. Uno de repente está más sensible en períodos de investigación y te das cuenta que todo te sirve. Iba a una librería, había un libro sobre monos de aviones, con una referencia a las botas de los tripulantes. Buscaba en el avión puntual y ahí estaban las botas de Jack. Cuando se cumplieron los 70 años de la Segunda Guerra Mundial apareció un montón de información y de repente un dato me hacía volver al manuscrito y lo agregaba. Encontrar las fotos fue otro tema. Me gusta mucho ir al Persa Bío Bío y de pronto en estos puestos de revistas viejas aparecía algo.
-¿Qué encontraste esta vez?
-Una infografía que aparece en el libro, hay una página completa de la proporción humana con el tamaño de la bomba. También me metí en los diarios de Antofagasta, para saber exactamente el día en que Jack Adams aborda el barco que se lo va a llevar a Londres. Entonces en Antofagasta había como seis diarios. Ahí partí a buscar el detalle, a revisar el "Abecé", uno de los históricos en el norte. Me interesaba también ver la manera en que cubrían la guerra, cuando sacaban las pizarras a la calle para escribir las noticias que llegaban.
-¿Dónde buscaste?
-En la hemeroteca había muy buen material y bien conservado. Revisé con mascarilla textos muy antiguos. Una de las últimas cosas que hice antes de venirme a Santiago fue investigar esa parte y tengo muy grabados los recuerdos de esas tardes hojeando diarios. Es una coincidencia, porque Adams se iba de Antofagasta, yo también me iba y había que contar la historia de una buena vez.
-La Segunda Guerra Mundial es un universo monstruoso de información. ¿Cómo seleccionaste?
-Hubo algo fundamental, que fue tratar de sacarme la épica del cine, tratar de sacarme la fascinación de la memorabilia de la guerra, la fascinación por lo accesorio, y tratar de meterme en la cabeza de la gente que fue. Me interesaba saber qué hace a alguien ir a la guerra sabiendo que no va a volver, qué te hace a los 22 años dejar todo. Jack Adams era funcionario en la empresa Copec… y se fue a la guerra.
-¿Descubriste el porqué?
-Tiene que ver con los epígrafes que hay adelante en el libro. Ese del piloto que le escribe a la novia y le dice "si no vuelvo, sigue adelante, ponte bonita y encuentra a otro"; y el otro del coronel que dice -en Omaha- "muevan el culo y salgamos de aquí".
-¿No habrá querido Jack volver convertido en héroe de guerra?
-Hay una cosa que tiene que ver con el honor familiar. Jack va a defender al país de su papá. Había tanto fervor por ir, que no sé si fue buscando la gloria. Creo que no. Su papá había querido ir a la Primera Guerra y no puede por un problema lumbar. Cuando está la opción de la Segunda Guerra, el señor está muy viejo, pero Jack dice "yo voy, voy porque tú no pudiste".
-¿Eres de los fanáticos de la Segunda Guerra?
-No especialmente. No colecciono aviones, tanques, nada. No me parece tan atractivo como conocer la historia de los que fueron, de los que sobrevivieron, de los que llegaron a Chile. ¿En cuántas familias no hay gente que tuvo un bisabuelo, un tío abuelo que fue a la guerra?
-¿Por qué Jack Adams y no uno de esos bisabuelos?
-Es el que encontré. Me encontré la historia en una circunstancia súper curiosa, leyendo el diario, y seguí esa pista.
-Esta es la segunda guerra en la que entras profundamente. La anterior está en tu libro "Prat".
-Sí, y es lo mismo, la biografía de Prat no es la historia bélica, es la historia de Chile. Sé que es menos espectacular, menos comercial, pero había una dimensión puntual que me parecía importante rescatar. Acá también, y por eso me interesaba que el lector supiera al inicio que Jack Adams está muerto.
-Llama la atención eso. Es como contar el final de la película antes de verla.
-Pero lo que importa es cómo murió Jack. El libro se terminó muchas veces, hasta que di con la escena final, cuando converso con su sobrina de Nueva Zelanda y me muestra una carta que te dice todo: cómo cae el avión en un campo de trigo en Francia, cómo lo encuentran. No lo podía creer.
-¿Qué tan importante es Jack Adams en Antofagasta?
-Se conoce poco. En el British, donde él estudió, hay un memorial, pero creo que es un héroe que sobrepasa el ámbito de un colegio. Debería estar a nivel de la ciudad, él se crió allá.
-¿Cómo les transmites la guerra a tus hijas?
-La mayor (Elena, 8 años) en la mañana se ve el bloque internacional de noticias con Carlos Zárate. Un día lo conoció y se sacó una foto con él. Es brava.
-Sabe lo que es la guerra, entonces.
-Sí, está entrando en la etapa del "¿por qué?". ¿Te acuerdas del video del niño que estaba enterrado entero y que sacaron de los escombros?
-Sí, en Siria.
-El otro día me preguntó por qué le pasó eso al niño. Le expliqué que estaba así porque sobrevivió, y que hay países que han tenido problemas por mucho tiempo y no se han podido poner de acuerdo. Ella ahora está escribiendo algo, tiene 40 páginas y ya había escrito tres cuentos que me pidió compaginar, sacarles copia y venderlos a tres lucas a todos mis amigos. Hizo unos monos con plasticina, les tomó fotos y fue la tapa. Le ha salido solo, no se lo hemos pedido y me gustaría también que leyera este libro por interés propio.
-¿Qué estás leyendo y qué estás escribiendo?
-El último libro de cuentos de Stephen King, que está rebueno, y estoy releyendo "Un viaje por el tercer mundo", las crónicas de Juan Pablo Meneses, porque tenemos control en un curso de Periodismo. ¿Escribiendo? Estoy dándole los últimos retoques a una novela que es más antigua que la de Adams. La empecé a escribir el 2002 y debiera salir en septiembre. Se trata de una peste, me llevo la Peste Negra de Europa al norte de Chile. La estructura es muy rara, es una novela que parte dos veces.
Patricio Jara, periodista y escritor.
Jack Adams fue asignado a un bombardero Lancaster de la Royal Air Force. Su puesto era el de artillero, en la torre de vidrio que asoma entre las dos alas.
Jack Adams en Chile fue bombero y trabajó en Copec.
Peces voladores
Jack Adams llegó a Londres el jueves 15 de agosto de 1940. Durante el viaje en el R. M. S. Orbita, los reclutas montaron por las noches grupos de guardia antisubmarinos y en los ratos libres improvisaron una banda de jazz con instrumentos conseguidos en su paso por Cuba. Según una nota de dos páginas aparecida en junio de 1941 en el primer número de Raffle, la revista interna de la RAF, en aquel viaje Jack destacó por sus dotes como percusionista "y habló sin parar de los aviones Messerschmitt que derribaría en combate".
Adams desembarcó en la víspera del mayor ataque de la Luftwaffe registrado hasta entonces sobre suelo inglés, y también de la más férrea resistencia, con más de mil aviones combatiendo hasta el amanecer. Aquello fue la antesala de lo que ocurriría semanas más tarde, cuando la fuerza aérea alemana centró sus ataques en objetivos civiles de las principales ciudades y puertos.
(Una de esas noches, la del 9 de octubre, nació John Lennon).
Lo primero que hizo Jack en Londres fue buscar a Kate Dexter, su abuela paterna. El encuentro fue una sorpresa para aquella mujer que trataba de acostumbrarse a las medidas de seguridad impuestas por el gobierno ante los bombardeos. Cuentan las hermanas Adams, según los testimonios de familiares, que luego de golpear la puerta un par de veces, Jack vio que al final de una larga escalera asomaba una mujer con bastón. Y esa mujer supo, sin que mediaran palabras, que aquel joven que llamaba a la puerta era su nieto.
-Dicen que Jack la tomó en brazos. A ella, a una sobria mujer inglesa, de pronto un chico la levantaba sin parar de decirle: "Granny! Granny!".
Abuela y nieto compartieron varias semanas en la casa de los suburbios de Londres. Jack comenzaba entonces un lento y dificultoso proceso de admisión en la Royal Air Force. Además de no tener pasaporte británico, tampoco dominaba el idioma de manera fluida y en su primer intento fue rechazado por la Aviation Candidates Selection Board. Tuvo un mes para perfeccionar su inglés. Pero el caso de Jack no era aislado: varios de los reclutas provenientes de Sudamérica fueron objetados por la misma razón y debieron nivelarse.
Durante la espera, Adams fue convocado a integrar el grupo de General Duties de la RAF. Por el nombre, Jack pensó que se trataba de algo importante, pero no era otra cosa que una destinación de "servicios generales" encarga da del aseo. El golpe fue desalentador. Después de todo, en Chile había hecho su servicio militar en la Fuerza Aérea, donde se especializó en artillería, y ahora debía ocuparse de acarrear baldes y traperos con detergente para la limpieza de las instalaciones de los reclutas.
Sus compañeros, intrigados con aquel novato proveniente de tan lejos, decidieron bautizarlo como South American Joe (tal como la famosa rumba de 1935 interpretada por la orquesta de Bert Ambrose), al tiempo que otros le llamaron Juan o bien Huan, como figura en un anuario de la RAF.
El creciente número de sudamericanos llegados a Londres no pasó inadvertido y al poco tiempo se instaló la South American House, un recinto mezcla de hospedería y club social destinado especialmente para ellos. Era administrado por voluntarias con algún vínculo con el continente.
(Página 53 a la 55)
Patricio Jara
Ediciones El Mercurio
109 páginas
$11.900
"South American Joe"
Por Federico Grünewald
"Me interesaba saber qué hace a alguien ir a la guerra sabiendo que no va a volver, qué te hace a los 22 años dejar todo".
MARCELA ESCOBAR
Extracto de "Peces voladores", el capítulo III del libro "South American Joe", del escritor Patricio Jara.
"Jack va a defender al país de su papá (Inglaterra). Había tanto fervor por ir, que no sé si fue buscando la gloria. Creo que no".