Falta de consuelo
"Debemos con honestidad reconocer que nuestra sociedad sufre de un déficit de consuelo".
Quizás uno de los sentimientos de los que más carece nuestro mundo actual, es la real falta de consuelo. A diario en mis relaciones cotidianas con las personas constato una especie de inquietud, que sin llegar realmente a una verdadera angustia, lo percibo como un gran vacío. Al conversar con mayor tranquilidad, me percato que ese ser humano, lleva en el fondo de su alma una falta de consuelo, ya sea por el motivo que sea.
Realmente consolar a quien ha sufrido un gran dolor, decepción, o pérdida de un ser querido, resulta la tarea más difícil. Todos, a menudo, estamos siempre repitiendo como una frase clisé, "hay que estar preparado para cualquier cosa"; sin embargo la realidad de la vida nos demuestra que no estamos preparados para aquellas situaciones que nos dejan en ocasiones, sin palabra alguna.
Paradójicamente, nuestro mundo actual, cada vez más mediatizado, nos ha "acostumbrado" a darnos duros golpes, que a menudo nos dejan, como lo precisé anteriormente, mudos y divagantes ante noticias y crudas imágenes, que nos revelan la barbarie que en pleno siglo XXI, aún pervive, pese a los grandes adelantos científicos y tecnológicos que desafortunadamente no han ido a la par con el proceso de humanización que se supone ya deberíamos haber alcanzado.
Para que hablar de lo difícil que se nos hace articular palabra alguna, cuando nos enfrentamos a una persona que ha sido golpeada por la muerte de un ser querido, en esas situaciones todas las palabras se nos vuelven ridículas, falsas e inclusive en algunos casos, inútiles. Quizás lo más acertado resulte, callar y acompañar con un abrazo en silencio sincero, ese profundo dolor que dejará por un largo tiempo también, un devastador desconsuelo.
Debemos con honestidad reconocer que nuestra sociedad sufre de un déficit de consuelo. El ser humano desafiante, se ha erguido como superhombre y ante los embistes del inevitable dolor, piensa equivocadamente que al demostrarlo, está dando signos de debilidad, incluso cuando en ocasiones, ese dolor nos deja casi de rodillas.
La fe y la esperanza nos dan, sin duda, el consuelo necesario para caminar por esta vida, no hay consuelo sin fe y valentía sin esperanza.
" El amor y la humildad son las bases del consuelo…".
Martín Bretón Olmos
Magister en Política Educacional