El "hambre emocional" tendría su origen en la infancia
ALIMENTACIÓN. Acciones como calmar las emociones negativas de un niño con comida tiene implicancias en el futuro, advierte un estudio.
Si se trata de comer, hay que saber diferenciar entre el hambre de tipo "emocional" y la de tipo físico, pues, según han mostrado algunos estudios, ambos guardan diferencias claras.
Por ejemplo, el primero comienza repentinamente, mientras que el segundo ocurre de forma gradual. Además, el "hambre física" se puede saciar con cualquier tipo de alimento, pero el otro sólo con una comida específica.
Pero, ¿qué origina el indeseable "hambre emocional"? Según una nueva investigación, los padres tendrían, en parte, una responsabilidad en esta materia.
En un experimento realizado durante seis años por la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, especialistas encontraron que los niños en edad escolar cuyos padres los alimentaban más para aliviar sus sentimientos negativos eran más propensos a comer emocionalmente en el futuro.
Relación con sobrepeso
Según recordó el autor principal del estudio, Silje Steinsbekk, investigaciones anteriores han sugerido que la alimentación emocional está relacionada con el desarrollo de sobrepeso u obesidad, pues las personas que ingieren alimentos como respuesta a sus sentimientos negativos tienden a elegir comidas altas en calorías.
Este hábito, además, estaría relacionado con el desarrollo de trastornos alimenticios como la bulimia.
Entender el origen
"Comprender de dónde proviene la alimentación emocional es importante, porque tal comportamiento puede aumentar el riesgo de tener sobrepeso y desarrollar trastornos alimenticios", remarcó el científico, en declaraciones recogidas por el medio australiano Australian Associated Press (AAP).
De ahí la importancia, dijo, de determinar qué influye en el desarrollo de la alimentación emocional en los niños pequeños, pues "los padres pueden recibir consejos útiles sobre cómo prevenirlo".
En su trabajo, Steinsbekk y sus colegas analizaron a un grupo de 801 noruegos de cuatro años, a quienes volvieron a examinar a la edad de seis, ocho y diez años.
En paralelo, los padres debieron responder cuestionarios sobre la alimentación emocional y el temperamento de sus hijos. Las respuestas revelaron que cerca de un 65% de los menores mostraron algunos rasgos de "hambre emocional".
Al finalizar el análisis, el equipo concluyó que los niños cuyos padres les ofrecían comida para reconfortarlos a la edad de cuatro y seis años, registraron alimentación emocional a los ocho y diez años, según consignó AAP.
Los autores reportaron que incluso en aquellos casos donde la alimentación emocional era mínima se incrementó la propensión de los niños a regular sus emociones a los ocho y diez años de edad.
"Este estudio sugiere que la alimentación emocional predice prospectivamente el comer emocional en la niñez media", escribieron los autores en un paper publicado en la revista especializada Child Development.
"La alimentación emocional puede aumentar el riesgo de tener sobrepeso y desarrollar trastornos alimenticios".
Silje Steinsbekk, Científico noruego"
niños de cuatro años participaron en el estudio realizado por la U. Noruega de Ciencia y Tecnología. 801
de los menores analizados mostró cierto nivel de alimentación emocional, según reportaron los autores. 65%