René Peri y la Policía Chilena
Luis Valencia Avaria, en el prólogo de la "Historia de la Función Policial en Chile", libro del escritor René Peri, llama a la Historia "inagotable empresa de amor", definiendo el brío de su misión. René Peri lo demuestra, al seguir los pasos de la Policía Chilena. A Peri lo destaca su lealtad con la obra de su variada visión.
De estas páginas se desprenden varias que merecen atención: el 14 de marzo de 1841 hubo un levantamiento de los presos de los "carros", que era casi "un presidio ambulante", encabezado por Jerónimo Corrotea. Este Corrotea fue autor de un folleto en torno a Pancho Falcato, el secretario del legendario delincuente del siglo XVIII.
En nuestro tiempo, abundan loterías y rifas. En 1846, el Intendente de Santiago, Miguel de la Barra, indicó al Cuerpo de Vigilancia la prohibición de sus prácticas.
Para los vigilantes se fijaron diversas normas, como el uso del pito, elemento clásico de nuestra policía, que en el silencio de las calles, aquietadas por la noche, producía una emoción especial.
Galopar fue acción prohibida en 1861, a menos que quien lo hiciera fuese en busca de "confesor, médico, sangrador o medicinas para algún enfermo". Hoy, la tal medida podría referirse a los desbocados que guían ¡caballos de fuerza!
En el plano regional, el descubrimiento del mineral de plata de Caracoles, en 1870, produjo tanta ambición, qué al terminar aquel año, había ya 20.000 personas, cuyas conductas exigían freno policial. Pampa Unión, un gigantesco colchón tirado sobre la pampa, alcanzaba, por esos años, a una población superior a 10.000 habitantes, quienes, a su turno, debieron sentir el peso del celo policial.
El capítulo "Las Policías en Provincias" nos lleva a la memoria de un gran funcionario en el Antofagasta de los 25 primeros años del siglo: Emiliano Quinteros, prefecto cuya autoridad consiguió que el puerto si viera limpio de delincuentes. El Cuartel de Policía de calle Baquedano con San Martín -con sus caballerizas y sus trajines- fue su reino. De allí, salió el bien de nuestra paz. ¡ORDEN Y PATRIA!
Andrés Sabella