Simce 2016: los jóvenes no pueden esperar
Tiene razón Carlos Henríquez, Secretario Ejecutivo de la Agencia de Calidad de la Educación, cuando afirma que "urgen estrategias para la educación media. Los jóvenes no pueden esperar".
Hay una creencia extendida entre maestros y profesores que afirman que las habilidades lectoras deben adquirirse entre los 6 y 10 años de edad y que después ya no es necesario reforzarlas porque están debidamente consolidadas.
Craso error: el desarrollo lector es una tarea que la escuela debe comprometer en todo el ciclo escolar. Esta es una de las razones que explica por qué se produce un bache en el rendimiento lector entre los 15 y 16 años. Los alumnos perciben que los profesores no prestan atención a esta actividad y tampoco la evalúan de forma consistente, a excepción de los profesores de lengua y comunicación.
Otro aspecto destacado del Simce es la diferencia del perfil lector de niños y niñas: como en otros estudios hechos en Chile y en otros países se observa una mejor ejecución a favor de las niñas. El cerebro de ellas pareciera estar mejor preparado para las actividades del habla y la lectura, según se manifiesta en los estudios neurológicos. La observación se ha registrado en casi todas lenguas, culturas y etnias conocidas. Asimismo, la psicología evolutiva confirma que este diferencial a favor del sexo femenino desaparece en algún momento de la adolescencia (13 años +/-). De los resultados de Simce de 2º Medio en comprensión lectora, lo que más llama la atención es el progresivo deterioro que se viene produciendo durante el último quinquenio.
Desde la Agencia de Calidad también se afirma "que ya es hora de incorporar las nuevas tecnologías en la sala de clases". Está bien como principio y eslogan, pero no necesariamente es cierta en todos los casos; depende de qué tecnología y sobre todo de la actividad que se plantea. Por ejemplo el uso de la lectura y la escritura digital de mails y WhatsApp donde se violan las reglas de sintaxis y de puntuación puede afectar el rendimiento lector y escritor de los alumnos. El cerebro se puede confundir a la hora de reconocer la verdadera grafía de las palabras y desarrollar anomalías de tipo disléxico. ¿Son tan necesarias estas herramientas? ¿No serán las responsables, en parte, de los déficits lectores observados en nuestros jóvenes?
Aníbal Puente Ferreras
Universidad Andrés Bello