A días de haber vivido como región un acto republicano y tradicional, que convocó a todos los habitantes del país, quiero compartir con las estimadas lectoras y lectores de Antofagasta un mensaje de reconocimiento y agradecimiento que nos hizo ser protagonistas: Todos estuvimos unidos por una causa, el Censo 2017.

Representó una oportunidad única para contribuir a mejorar la calidad de vida de todos quienes habitan el territorio nacional.

Reconocimiento y agradecimiento, porque a pesar de las condiciones climatológicas, los censistas, digitadoras, supervisores y jefes de locales, iniciaron su ardua tarea. Era necesario el esfuerzo ya que es la única manera de poder conocer las necesidades de cada comuna, como puede ser un hospital, otros colegios, sitios recreacionales, caminos, postas, en fin. Fue mucho más que simplemente "contar". Es saber cuántos somos, pero también cómo somos, dónde y cómo vivimos. Es caracterizar a la población. Es saber, por ejemplo, cuántas personas, nacionales y extranjeras, habitan el territorio nacional, como están distribuidas, cómo son las viviendas.

Como intendente salí temprano a recorrer los locales censales, a comprobar la movilización colectiva; a conversar con supervisores, jefes de locales, digitadores y censistas. También efectué coordinaciones con los gobernadores de Tocopilla, Calama y Antofagasta. La tarea no era menor.

Con 103 locales censales y más de 14 mil censistas la Región de Antofagasta, comenzó a responder al desafío país.

El Ejército se desplazó a los pueblos del interior, Carabineros destinó al 100% de su dotación, los censistas voluntarios y los funcionarios públicos salieron a la calle a cumplir. Valoro el compromiso de los estudiantes voluntarios que demuestra que todos estamos unidos por una causa. Especial mención para los más de 7 mil funcionarios públicos que asumieron la tarea.

Es necesaria la información para poder tomar buenas decisiones en base a evidencia y crear políticas públicas y programas de apoyo que se focalicen en beneficiar a quienes lo necesitan. Es clave para los municipios, ya que con estos datos se puede planificar con precisión y asignar los dineros para invertir en las necesidades comunales y regionales. Por esta razón, los ediles lideraron sus respectivos equipos en las 9 comunas.

Gradualmente y superando los obstáculos propios de un megaevento como el señalado, las comunas lograron el 100 por ciento de censistas en terreno. Esto nos dejó muy tranquilos y contentos, ya que las familias de la Región de Antofagasta abrieron la puerta y participaron activamente en el proceso.

Antofagasta estuvo unida por una noble y gran causa. Felicitaciones para todos.

Arturo Molina Henríquez

Intendente Región de Antofagasta

Los resultados de la encuesta anual 2016 del Instituto Fraser sobre la competitividad de 104 jurisdicciones mineras, en la que Chile, por primera vez, no aparece en el primer lugar de la región, no debiera ser una sorpresa, sino más bien el corolario de la "crónica de un deterioro anunciado".

Durante todo el año pasado se escucharon las voces de los expertos del sector y de los economistas advirtiendo de la pérdida de competitividad del país en general y, en particular, de nuestra minería.

Sabido es que son cuatro los grandes protagonistas que inciden en los resultados sobre competitividad, productividad, costos y en definitiva, el futuro del cobre en Chile: el Estado, compañías mineras, fuerza laboral y comunidades. Por ello, más que atribuir sólo a una causa la caída de la competitividad, parece más apropiado revisar el rol que cada uno de estos actores ha desempeñado.

El Estado, sin duda, tiene un papel determinante, pues debido a que día a día disminuye la calidad de los recursos en las operaciones vigentes, mantener o aumentar la producción pasará a depender de los aportes de proyectos tanto de mantención de producción como de nuevos proyectos que se encuentran en carpeta. Éstos, sin embargo, deben sortear hoy una infinidad de trámites burocráticos y reproches ciudadanos que, muchas veces, van más allá de lo necesario.

A ello se suma, entre otros, la legislación laboral que entró en vigencia el 1 de abril recién pasado, en la que uno de los aspectos más preocupantes es la extensión de los contratos colectivos que no podrán exceder los tres años de duración, así como también la definición de los servicios mínimos, un concepto que la nueva ley incorpora como obligatorio.

El segundo actor lo constituyen las empresas mineras, que sin ir más lejos recientemente reconocieron estar al debe con las comunidades tras publicarse el resultado del primer estudio local "Visión de la comunidad sobre la inversión social de la minería - Caso Sierra Gorda".

La fuerza laboral, como actor relevante, necesariamente debe entender y aceptar que la situación que enfrenta la industria es cada día más compleja, por lo que no es posible alcanzar los acuerdos económicos de hace algunos años.

El cuarto y último protagonista lo constituyen las comunidades. Las empresas se enfrentan a una comunidad más empoderada e informada que las obliga a mantener un diálogo permanente sobre los grandes proyectos mineros.

Es importante recordar que, sumado esto, un factor esencial para aumentar la productividad es asegurar las facilidades para el suministro de los insumos claves para la minería, un rol que desempeñan eficientemente las empresas proveedoras, las que entendiendo que las mineras necesitan hoy algo más que soluciones puntuales, se han transformado en la fuente de innovación para dar respuestas globales a sus demandas.

Es fundamental enfrentar la situación a la brevedad posible, dado que estamos frente a una coyuntura que está dañando directa e indirectamente a muchas personas que aspiran a una mejor calidad de vida y, por supuesto, a nuestro país.

Pedro Damjanic

VP Minería de Finning Sudamérica

El sismo de 6.9 grados Richter que remeció Valparaíso y la Región Metropolitana dejó varias conclusiones a las autoridades, expertos y la comunidad. Al registrarse sólo daños menores y sin víctimas fatales, cobra mayor validez la cultura preventiva en nuestro país, tema que debe ser motivo de satisfacción para todos.

Este aprendizaje responde a las particulares condiciones tectónicas de nuestro país, asentado entre las placas de Nazca y Sudamericana, que genera una incesante actividad telúrica. De hecho, el terremoto de Valdivia (1960) es considerado el más grande de la historia desde la era de las mediciones instrumentales.

En los últimos siete años, el 27/F, los terremotos de Iquique, Coquimbo y de Aysén dejaron una estela importante de enseñanzas y aprendizajes en los protocolos de evacuaciones, en una información más expedita con que cuenta la comunidad y de potenciar las capacidades operativas y de respuesta de los organismos de emergencia.

Todo ello permite un avance innegable y responde a una serie de acciones que tienen por objetivo no repetir los errores del pasado. Así, cobra mayor importancia la red de sirenas de tsunami, la realización permanente de simulacros y una mejor comunicación a través de diferentes plataformas tecnológicas.

Pero lo más importante es que la comunidad sabe qué hacer y dónde ir ante un fuerte movimiento telúrico y sus posteriores consecuencias en las zonas costeras por los tsunamis. Los puntos de encuentro y las zonas de seguridad son algo asimilado por los chilenos, materia que es clave para salvar vidas.

Esta cultura de la prevención se aplica al interior de los hogares y también es justo destacar el alto estándar de las construcciones de nuestro país. Ahí está el por qué un sismo de 6,9 grados no causa trágicos efectos, como sí ocurre en otros países.

Las lecciones del pasado han servido para reestructurar una política preventiva en los más variados niveles del país, situación que marca un indiscutido liderazgo a nivel mundial al enfrentar este tipo de emergencias. Los chilenos hemos aprendido a convivir con los terremotos de la mejor manera posible.