"El norte tiene una expresividad religiosa mucho más notoria que el sur de Chile"
El jueves de la semana pasada se informó el nombramiento como arzobispo metropolitano de la Arquidiócesis de Antofagasta de monseñor Ignacio Ducasse Medina, hasta ahora obispo de Valdivia.
Ducasse (60 años) fue designado por el Papa Francisco en reemplazo de monseñor Pablo Lizama, quien por complicaciones de salud presentó su renuncia al cargo eclesial en 2015, la cual fue aceptada a fines de ese mismo año.
De esta forma, monseñor Ducasse abandonará la ciudad sureña que durante 15 años lo albergó para trasladarse a Antofagasta, donde comenzará su labor a más tardar a principios de agosto próximo.
En entrevista con este Diario, la nueva autoridad destacó la fuerza con que se vive la devoción religiosa en el norte y se refirió a los desafíos que enfrentará como arzobispo de Antofagasta, entre los que figura promover el entendimiento entre chilenos y extranjeros.
Desde esta perspectiva, el primer llamado de monseñor a la comunidad antofagastina es a acoger a los inmigrantes como hermanos y a enriquecernos de su cultura.
¿Cuáles serán sus objetivos como arzobispo de Antofagasta?
-Creo que los objetivos son fundamentalmente sumarme a la tarea que ya se ha realizado durante tantos años en la diócesis como proyecto misionero de evangelización. Sumarme a esa tarea, junto a todos los agentes pastorales, sacerdotes, catequistas, religiosas y tantos laicos que están empeñados en esta tarea.
Además ir afinando los planes pastorales que ya están editados y trabajar para darles más impulso en la situación y en la exigencia de la sociedad antofagastina de hoy.
Usted tiene una carrera bastante destacada en el ámbito educativo, ¿podría replicar esta labor en Antofagasta?
-Bueno, a ver si me contratan primero (risas). A mí la docencia, la educación en general, me gusta mucho, y por supuesto que será un énfasis que voy a poner, no tanto para hacer clases yo mismo, sino para que los centros de formación católica, tanto escuelas como la misma universidad, tengan mayor incidencia en la formación de los niños y jóvenes que están participando en la educación.
Lleva 15 años en Valdivia, ¿cómo se siente dejar esa ciudad?
-Estuve prácticamente 15 años como obispo, y claro que no es fácil dejar una tarea que se ha comenzando. Una tarea grande, porque creo que la diócesis tiene mucha historia en Valdivia. Además yo me he sumado al quehacer de tantos pastores, de tanta gente que ha ido trabajando para que la Iglesia de Valdivia sea lo que es hoy. Y uno se encariña también con la gente, con los proyectos que se están llevando adelante. Sin embargo, siempre el horizonte de uno es la Iglesia en general, sobre todo el obispo tiene la tarea y la misión del cultivo de toda la Iglesia, entonces después de una parcela como es Valdivia, viene otra parcela como es Antofagasta.
¿Qué visión tiene de Antofagasta?
-Bueno, a Antofagasta la conozco muy poco, tanto a nivel de iglesia como civil o social. Por supuesto, sé algunas cosas. Sé que es muy distinta la realidad religiosa de Antofagasta que la de Valdivia, el norte tiene una expresividad religiosa mucho más notoria que Valdivia, que en ese sentido es más apática.
El norte tiene toda la expresión de los bailes religiosos, toda una devoción popular mucho más profunda que el sur, y especialmente Valdivia, que tiene un acento más alemán digamos, y por eso es un poquito más recatada en su expresión visible.
Migración
En Antofagasta tenemos una gran cantidad de inmigrantes, y esa es una condición que genera constantes desacuerdos. ¿Cómo piensa abordar este tema?
-Bueno, es una de las preocupaciones que tengo, aunque todavía en teoría, porque no conozco la realidad concreta. No he hablado tampoco con los organismos eclesiales ni civiles que se han preocupado del tema para ver qué se está haciendo y cómo también sumarme a ese trabajo. Pero sin duda que es una preocupación, los migrantes hoy son una realidad muy distinta a los años anteriores (...) Y el llamado es a acogerlos, porque son verdaderos hermanos, y también saber cómo podemos enriquecernos unos con otros. Ellos tienen mucho que aportarnos a nosotros desde los diferentes países de donde vienen. Si son de Europa o de América Latina, cada país tiene sus riquezas y nosotros también tenemos la nuestra, y tenemos que ayudarlos a descubrirla y caminar todos en comunión.
En otro tema, ¿cómo se puede enfrentar la baja en el catolicismo?
-Creo que en la medida que vamos siendo un testimonio cada vez más claro de compromiso cristiano, solidaridad de vivir más plenamente en nuestra vida cristiana, como decía el Papa Benedicto, el evangelio es atracción, pero atrae el ejemplo, la vivencia honesta del evangelio que cada uno de los católicos podamos manifestar y expresar hacia afuera.
Creo que en ese sentido la formación es clave, ya que realmente hay una solidez en los principios, un enamoramiento del Señor que se refleje en la coherencia de vida.
¿Le falta mucho catolicismo a la sociedad actual ?
-Yo no diría de catolicismo en el sentido estricto, diría más bien de trascendencia, más allá de catolicismo o a nivel cristiano, religioso en general.
Me parece que lo religioso está muy dejado de lado en la familia chilena, estamos muy centrados en uno mismo, en lo material, lo económico particularmente. Eso nos va dañando y va mermando el alma de Chile, como decía el cardenal Raúl Silva Henríquez.
"Ellos (inmigrantes) tienen mucho que aportarnos a nosotros desde los diferentes países de donde vienen (...) cada país tiene sus riquezas y nosotros también la nuestra, y tenemos que saber ayudarlos a descubrirla y caminar en comunión"."