"El factor Durant"
comentarista
deportivo
Terminaron las finales de la NBA tal cual fue la temporada regular: sin grandes emociones. Es que la liga norteamericana llegó a un punto en que solamente dos equipos son realmente competitivos, lo que se transforma en aburrido par el espectador neutral.
Pero más allá del bajo nivel competitivo, el título de los Golden State Warriors tiene un solo nombre, Kevin Durant.
Es que el alero fue fundamental para levantar un equipo que quedó golpeado y ridiculizado luego de perder la final anterior ante los Cleveland Cavaliers, pese a tener una ventaja de 3-1 en la serie.
Su traspaso puso dramatismo al tema, incluso más que al propio desarrollo de la liga, ya que dejaba Oklahoma en medio de una polémica, donde lo trataron de mercenario y traidor.
Pero Durant quería ser campeón, y supo que su única posibilidad era trasladarse a California, donde llegó a un elenco plagado de buenos jugadores, pero que simplemente no aguantaban la presión en las finales como Stephen Curry, que rompiendo todos los récords el año pasado y "arrugó" en la definición.
Lo que más resalta de Durant es su humildad, su trabajo y su entrega en el parquet. Siempre tratando de ser quitado de bulla, el alero se ganó el cariño de los amantes del basquetbol.
Además, tenía una espina clavada. En 2012, y también contra LeBron James, Durant y sus Thunder no pudieron contra el poderío de los Miami Heat, cayendo, paradójicamente 4-1. Otra paradoja, esa fue la primera copa levantada por James.
En estas finales, Durant demostró todo su poderío, por lo que era muy esperable que se quedara con el MVP, pero eso es poco premio para lo realizado durante toda su carrera.
Ahora viene otra temporada, otros deseos, otros objetivos. Los Cavaliers irán nuevamente a la carga por recuperar lo perdido en el Oracle Arena, mientras que en la retina aun perdurará las clavadas de redención de Kevin Durant.
Cristian
Morales