"Llampo brujo", de Zañartu
En lo que refiere a "Llampo Brujo", de Sady Zañartu, ocurre que el tema es de un gran interés. Los personajes pampinos tienen un relieve y atracción poco comunes. Al comenzar la novela se piensa en uno de esos libros que hacen época en la historia literaria de un país: "Don Segundo Sombra", La Vorágine, "Doña Bárbara" y otras novelas sudamericanas.
Se advierte en su obra cierto retoricismo que enfría la acción. Echamos de menos espontaneidad y desaliño de autor que se siente arrastrado por la emoción y rompe las medidas impuestas por el deseo de ser correcto.
Demora en hacer que sus personajes actúen decididamente en el relato que constituye el corazón de la obra. Divaga, presenta tipos, costumbres y paisajes que son interesantes en forma aislada; pero que no embocan en definitiva al asunto principal. Por la mitad, se comienza a desarrollar el nudo interesante, que es el relato de la expedición encabezada por don Vicho en busca del mineral fabuloso de la Ola, descubierta por mineros españoles, y perdido inmediatamente después con la muerte de los descubridores. Desde ese momento el relato adquiere una espina dorsal y el interés del lector no se desorienta en rutas falsas.
En Llampo Brujo hay elementos para desarrollar una novela de primer orden. Faltó un poco de arquitectura novelesca para convertirla en uno de esos libros que forma época. Recordamos con gusto la impresión de misterio que se desprende de las escenas relacionadas con un personaje que revolotea alrededor de la expedición como un ave siniestra, y que termina con un combate con uno de los expedicionarios.
Zañartu es uno de los escritores chilenos que tiene por delante un porvenir halagüeño. Es observador, tiene un gran cariño por su arte y no tardará en hallar el tema que le sirva para desarrollar su talento en forma amplia. Si esta novela no ha alcanzado el máximum de su expresión artística, no por eso deja de ser una obra digna de figurar entre las que merecen nuestra estimación.
Fernando Santiván