De mujeres y miradas
Situadas y reconocidas en la inferioridad, así nos ha instalado la mirada masculina, no por nada aun debaten y deciden sobre libertades; decisiones que solo deberían competer a mujeres. Tanto ha sido así que una mujer para dar reconocimiento a otra, para entronizarla, habla de ella masculinizándola: "simpática y varonil", dice Carmela Jeria de Eloísa Zurita en "La Alborada" en 1907, como si ese adjetivo validara sus acciones y luchas por visibilizar la vida obrera y las injusticias. Es decir, la opinión, la lucha y preocupación social, es propia masculina, y en voz femenina, una revolución.
Eloísa Zurita, periodista y escritora antofagastina, se instala en el llamado siglo de las luces, donde la razón debe regir las conciencias, los haceres y deberes . Pero la naciente sociedad industrial era dominio masculino y no de la razón, y hubo de luchar para posicionar a la mujer fuera del lugar que le había sido determinado y definido desde lo masculino:"esclava dispuesta a obedecer humillándose".
Gabriela Mistral, también masculinizada, se paseó por todo el país luchando por el reconocimiento femenino. Además de ser pionera en presentar una liberación en la expresión escrita y oral, lo hizo en la físico-estética, que es igual de importante, puesto que declara una revolución integral. Usó pantalones, fumó en público, vivió su sexualidad liberada, como atestiguan Dulce María. Loynaz y José Santos González Vera.
Porque ha debido ser una lucha el ser valorada, reconocida. Porque es necesaria la constante exaltación de capacidades para no quedar al margen u ocultas tras la presencia y voz masculina.
Elba González, esposa de Sabella, su musa, culta, inteligente; pero "tras" el poeta. Es cierto que a veces ellas mismas optan -por conveniencia o porque no tenían otra posibilidad- por estar en la sombra, aunque sean el pilar que sustenta la vida pública y privada de su hombres. Las poderosas. Como Alejandra Lastra y Manns (aunque esta es otra época y lo de ella es opción).
Sin embargo el machismo sigue diciendo: "detrás de un gran hombre, hay una gran mujer". Denunciemos como Eloísa Zurita; liberémonos y cambiemos nuestra expresión, como la Mistral, e impongámonos como la poderosa Alejandra.
Hablemos y decidamos desde la misma voz femenina.
Parafraseando a la Avellaneda: señores, no provoquen nuestra voluntad, porque nuestra pasión puede cuánto quiere.
Viviana Ponce
Escudero
Doctora en
Literatura Medieval