Reasumiendo roles organizativos
Humberto Ahumada
periodista
deportivo
Por décadas el deporte nacional se mantuvo en plano estelar por la organización de campeonatos de magnitud.
Si bien el Mundial de 1962 aparece en primer plano por la resonancia del fútbol, ya antes tuvo en casa el Primer Mundial Femenino y el Tercero Masculino de Basquetbol, uno de Pentatlón y poco después el de Esquí y el Patín Hockey de varones, torneos saludados con complacencia por su organización eficiente y su acogedora hospitalidad. Sin los recursos actuales, dirigentes de la época multiplicaron iniciativas para obtener los fondos siempre escasos y para, a despecho de las carencias, sacar adelante las exigencias de toda competición orbital.
Obviamente, al margen se cumplía con las citas sudamericanas que por su menor calibre siempre salieron bien paradas de críticas y comentarios. Tras un período de frustraciones por no haber podido traer a casa los Juegos Panamericanos con sedes ganadas pero desechadas por razones ajenas al deporte, todo hace presumir que se ha retomado la senda de abordar compromisos mayores.
No hace mucho, 2014, los Juegos Sudamericanos tuvieron una nueva versión -ya nadie recuerda la de 1986- de amplio respaldo popular. Y en tierra iquiqueña el hockey femenino y los Juegos de playa se desarrollaron sin tropiezos, aunque con menor estruendo, confirmando que también lejos de la capital pueden intentarse y alcanzar buen éxito empresas mayores en la multifacética oferta deportiva actual.
Vistazo rápido en momentos en que se han lanzado los Segundos Juegos Sudamericanos de la Juventud, que desde fines de septiembre y primeros días de octubre reunirán a dos mil deportistas, reservas del futuro del deporte de este subcontinente. Convocatoria que, es aperitivo de los Juegos Olímpicos de la categoría del año venidero en Buenos Aires.
Para creer que nuestro país ha ratificado su condición de buen organizador deportivo.