La historia
SENAME. Luis Núñez relató los cinco años bajo el cuidado del Estado.
El mural de la Casa Gibbs es uno de los atractivos turísticos de Antofagasta. La obra, que fue restaurada hace unos meses, fue realizada por el pintor Luis Núñez San Martín (49).
En la actualidad, Núñez es reconocido como uno de los pintores más importantes de la capital regional, no sólo por la calidad de su trabajo, sino que también por su aporte en el rescate de la identidad. Sin embargo, detrás de su oficio, hay una historia que involucra dolor y abandono.
Cuando son cerca de las seis de la tarde, llegamos a su casa que está ubicada en el sector centro de Antofagasta. Nos hace pasar a su taller. Tiene una mesa donde está instalado su computador, brochas, cigarrillos, lápices y pinturas. "Estoy trabajando en una exposición, intenté ordenar lo más que pude", dijo entre risas.
Se sienta, prende un cigarro, toma un sorbo de café y comienza a relatar su paso por el Hogar de Menores "Carrera" de Antofagasta. "No son recuerdos muy bonitos. La verdad es que me cuesta hablar de este tema". Respira y toma otro sorbo de café.
Luis Núñez San Martín vivió cinco años en el hogar, donde se crió junto a sus seis hermanos. La casa estaba ubicada donde ahora está instalado el supermercado Unimarc del Parque (sector Av. Brasil).
Castigos
El edificio era antiguo, de cemento, parecido a la Casa Gibbs. Las piezas eran grandes y albergaban a más de 30 niños. Estaban divididos por secciones. "Estaban los niños que se hacían 'pichí' que dormían en un lado y en el otro los que no se hacían 'pichí'. Es decir, unos dormían en colchones de espuma y los otros también eran de espuma, pero tenían un plástico".
Llegó al hogar un miércoles del año 1975 y al segundo día vio como agarraban a correazos a sus compañeros. El primer día lloró toda la noche. "Ese día habían entregado el informe de notas y a algunos no les había ido bien. Yo estaba recién llegado y un señor nos hizo desnudarnos. Yo nunca había vivido una situación así, sólo me había desnudado delante de mis hermanos o mi mamá. Ese día a mí no me pegaron porque yo estaba llegando recién, pero a mis compañeros les sacaron la 'cresta'", comentó.
Y es que en el hogar, relató el pintor, la violencia estaba normalizada. "Ese era uno de los castigos más simples. Ahí yo entendí que tenía que andar derechito. Si uno se portaba mal, teníamos que pagar los 50 cabros chicos".
Mientras toma otro sorbo de café, agregó: "cuando a los niños los llamaban, inmediatamente uno hacía el gesto de taparse la cara. Y luego viene este w... y les aforraba combos en las costillas. Varios niños llegaron al hospital con costillas fracturadas. Afortunadamente ya se murió ese w...", dijo.
Otros abusos
En el hogar había una cancha que estaba ubicada en un subterráneo. Luis contó que también fue un escenario de violencia. "La última vez me arranqué del hogar fue porque ese viejo me sacó la 'cresta'. Él quería que yo hiciera un ejercicio y yo no quería. Mientras iba camino a la enfermería, me fugué y llegué donde estaba viviendo mi mamá. Llegué todo golpeado, pero ella no podía hacer nada porque yo no le pertenecía, le pertenecía a los tribunales".
La policía lo fue a buscar a la casa de su mamá y cuando llegó lo pelaron, le hicieron sacarse los zapatos y le pusieron pantalones cortos y polera. "Todos sabían que te habías fugado y todos se burlaban. Tenía que asumir las consecuencias de mis actos", afirmó.
Vacaciones
En las vacaciones de verano mandaban a los niños al balneario 'Juan López', donde, según Luis, la sensación de soledad se acrecentaba. Eran decenas de niños en la playa que tenían hambre todo el día, pero las raciones de alimento eran lo justo y necesario. "Subíamos el cerro y yo miraba hacia Antofagasta pensando cuándo podría volver a casa. Pensé mil planes de fuga y me sentía atrapado, aunque no habían rejas", comentó.
"Es cierto que dentro de mis compañeros había algunos que no tenían a nadie más en el mundo y que el hogar era su casa. Para ellos me imagino que era aún más duro porque su única opción era adaptarse a esas condiciones en que nadie los veía. Éramos invisibles", destacó.
La pintura
En el segundo piso del Hogar "Carrera" había una ventana que daba al mar. Luis pasaba tardes enteras dibujando los barcos que atracaban en el puerto. Luego, cuando estaba solo, se dedicaba a pintarlos. "Eso me ayudó a salir de la cárcel que estaba viviendo, pensaba en otras cosas, descubrí un talento".
De a poco, comenzó a destacarse, tanto que ganó en 1980 el concurso nacional de pintura para niños que organizaba en ese tiempo la Coname (ahora Servicio Nacional de Menores). "Viajé a Santiago. Ahí era el niño pintor, tenía premios bonitos. Creo que ese es el recuerdo más bonito que tengo de mi paso. Pero te sacaron de un lugar hostil, te llevaron a un sueño y luego te sacan y te vuelven a llevar al lugar hostil. Es como decir: mira lo que te pierdes por ser pobre", afirmó.
Crisis
Con todo lo que te tocó vivir, ¿qué sensación te deja la crisis del Sename?
-La realidad que hoy ha sido brutalmente expuesta sólo me deja un sabor amargo. ¿Qué hemos hecho como sociedad que en más de treinta años no haya cambiado nada?, ¿por qué aún existen niños y niñas obligados a permanecer en instituciones donde jamás los recursos serán suficientes para entregarles los derechos mínimos de cariño y afecto? Un niño no debe sufrir. Nunca. Incluso los menores infractores de ley necesitan atención especializada.
Hay tantas historias que merecen ser escuchadas. Niños que en sus casas reciben maltrato son enviados a hogares donde los maltratan. Quizás en algunos no hay violencia física pero ¿qué se puede esperar de casas donde viven 50 menores, todos dañados, todos a la defensiva, todos asustados?, ¿cómo podemos prácticamente encarcelar a niñas que fueron violadas por sus propios familiares y que son 'protegidas' dejándolas presas?
¿Crees que la solución está en separar el servicio?
-Que existan iniciativas que busquen separar a los menores vulnerados con aquellos infractores de ley es un primer paso, teniendo en cuenta que ninguno merece ser un paria. Avanzar con las modificaciones en la Ley de Adopción, postergada por tantos años, sería otro gran paso. Hoy en día un niño o niña puede pasar más de dos años en un hogar antes de ser declarado susceptible de adopción, lo que es una eternidad y claramente pasa a llevar todos los conceptos que supuestamente la ley defiende.
¿Qué rescatas de tu experiencia?
-De mi experiencia rescato a algunas grandes personas que marcaron mi vida de manera positiva. A otros, siento que no vale la pena ni siquiera odiarlos, pero creo que jamás podré perdonarlos. Durante mi permanencia en el hogar descubrí que pintar era mi forma de expresión, lo que me salvaba de ese entorno gris y triste. Quién sabe cómo habría sido mi vida si no hubiese pasado por el Hogar "Carrera", pero es algo que nadie se merece vivir.
del pintor
que vivió
en un hogar
de menores
Problemas familiares
"Por razones políticas mi padre fue expuesto a situaciones que gatillaron en él un cuadro de esquizofrenia que desencadenó una serie de hechos que marcaron nuestro futuro como familia", relató Luis Núñez al ser consultado sobre su llegada al hogar. Su madre no tenía los medios para mantener a seis niños. "Por ésta y otras razones, el tribunal decidió quitar la tutoría a nuestra madre y nos llevaron al hogar. Mi mamá logró sacarnos de ahí cinco años después".