Trastornos adictivos. La otra cara de los juegos de azar
El reciente caso del homicidio al interior de un casino en la zona central del país, ha llevado a que las empresas dedicadas al rubro de juegos de azar aumenten sus medidas de seguridad, así lo hizo el casino ubicado en la ciudad esta semana.
Pero volviendo a la génesis de esta medida nos hace preguntarnos ¿Qué lleva a un sujeto a extraer un arma de fuego y vaciar sus cargadores en un salón de juego?
Una de las primeras hipótesis que surge en el caso del homicida de Monticello es que se trataría de una persona ludópata. Es decir, una persona adicta al juego.
Históricamente cuando se hablaba de adicción se tiende a relacionar este comportamiento con el consumo de drogas, sin embargo, se ha reportado en la literatura especializada que el elemento esencial de todos los trastornos adictivos es la falta de control, es decir, una persona cuyo descontrol determina su actuar.
Recientemente, la psicología ha incluido a la ludopatía entre los trastornos adictivos no relacionados a sustancias, el cual requiere una serie de criterios para su diagnóstico, los cuales deben encontrarse presente a lo menos por un periodo de 12 meses.
El adicto está ávido de gratificación inmediata y no repara en las posibles consecuencias negativas de esa conducta. De tal manera que lo importante en la ludopatía no es la cantidad jugada, sino que se juegue todo el dinero disponible (y más) y sólo se pueda parar de jugar cuando éste se termina o cierran el local, no por iniciativa del sujeto.
Esta es una diferencia esencial respecto al jugador social, que limita siempre las cantidades a exponer.
Estudios en la población chilena dan cuenta que al menos un tercio de ésta, ha registrado algún desorden psiquiátrico en su vida (entre un 25% y un 33%), y que al menos el 22.5% de ellos lo ha presentado durante los últimos 12 meses. Por otra parte, estudios globales han reportado que un 2% de la población adulta se encuentra directamente afectada por la ludopatía, a lo que se debe adicionar un 3% de jugadores problemas; es decir, sujetos que tienen el mismo comportamiento en el juego que los ludópatas pero que aún no cumplen el factor tiempo necesario para establecer el diagnóstico (periodo de 12 meses).
Se puede sostener que, detrás de este comportamiento adictivo, existen diferentes motivos: olvidar los problemas, obtener ganancias, compensación de la ausencia de relaciones sociales, la ilusión de control, etc. Conjuntamente, la pérdida de control en el jugador, genera sensación de ansiedad y depresión que pueden llevarle a poner en riesgo su vida. Cuando la ludopatía se cruza con otros elementos, como por ejemplo el consumo de alcohol o drogas, puede llevar a conductas explosivas. Así mismo, los trastornos disruptivos, del control de los impulsos y de la conducta, conllevan necesariamente comportamientos que violan los derechos de los demás o propician conflictos importantes para con las normas de la sociedad o las figuras de autoridad.
¿Es posible pensar en la prevención de actos criminales como este? Pareciera que sí, lo esencial es poder identificar aquellas señales que dan cuenta de un patrón conductual determinado por el descontrol impulsivo, el estrés emocional, y conductas agresivas.
Lo importante es interrumpir esta dinámica conductual y actuar de manera preventiva, pues detrás de historias estremecedoras como las vistas recientemente en medios de comunicación, se esconde un patrón persistente de normalización de conductas que, siendo disruptivas, son asumidas y aceptadas como normales por el entorno.
Sergio Muñoz
Yáñez
Prefecto inspector jefe de la II Región Policial