José Luis Ramírez M.
Los primeros días de septiembre, y con casi cuatro años atraso, el Primer Tribunal Ambiental, con sede en Antofagasta, comenzará a recibir las causas provenientes de todo el norte del país.
Su presidente, el abogado Daniel Guevara Cortés, analizó los desafíos de este juzgado especializado, que desarrollará su tarea en la que posiblemente sea una de las regiones más amenazadas desde el punto de vista ambiental.
Guevara asume que existe una carga histórica negativa de la cual hacerse cargo, pero al mismo tiempo afirma que industria y comunidad tienen hoy una conciencia distinta.
¿Qué cambia con la instalación del tribunal ambiental?
-Los tribunales de justicia representan el Poder del Estado encargado de conocer, resolver y hacer ejecutar lo juzgado (...) Yo advierto que lo que se busca de este tribunal, y esperamos actuar con ese criterio, es una certeza, celeridad y una capacidad de tomar decisiones que apliquen el Estado de Derecho.
¿Percibe mayor interés de la sociedad en los temas ambientales o son otras sus preocupaciones?
-Sí, hay un mayor interés porque hay una internalización, un asumir que lo medioambiental tiene que ver con la calidad de vida, con la proyección de vida, y por tal motivo en la medida que va avanzando surgen nuevos requerimientos de los ciudadanos, y esos requerimientos significan nuevos derechos, nuevas garantías, un nuevo orden institucional que sea capaz de garantizar esa aspiración ciudadana que es el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación.
¿Siente que la industria en general está adquiriendo la misma conciencia?
-Creo que hay un progreso, inicialmente se pensaba que bastaba nombrar a un gerente de sostenibilidad para cumplir, y no, debe haber un poder de decisión donde el compromiso de una práctica ambiental opere de la misma manera que la seguridad minera (...) Y en esto lo importante es señalar que la toma de decisión de una protección del medio ambiente, tiene que estar desde la etapa cero de los proyectos, como se plantea hoy con las normativas sobre apertura y cierre de faenas mineras.
Pero este no es un tema que sólo tenga que ver con el sector privado, el público también debe dar un ejemplo, y en esto preguntarse cómo son los proyectos del MOP, del Serviu, cómo se desarrolla una cultura de sostenibilidad.
En esta región hay comunas que están declaradas zona saturada por Mps, comunas que conviven con relaves mineros, metales pesados depositados en suelo urbano, es decir, hay una realidad ambiental muy delicada...
-Hay pasivos sobre la salud de la población que están instalados y que van a tener efectos por varias décadas, es cosa de conversar con cualquier nortino y conocer como su salud se ha visto afectada, incluso históricamente tenemos a personas que todavía sufren las consecuencias de la contaminación por arsénico, ni qué decir de aquellos que vivían frente a los acopios de plomo que de manera abierta estaban en el Puerto de Antofagasta.
Entonces, el ordenamiento territorial ambiental es un desafío gigantesco, no puede ser que haya convivencia como la que existe en Taltal, donde a 200 metros de una planta del Estado, una planta de Enami, existe un colegio. Por eso creo que debe haber un ordenamiento, porque existe una toma de conciencia ambiental... pero eso tiene que ver con lo político, y si lo político no lo resuelve, corresponde a los jueces aplicar el Derecho.
Pero lo jueces operan en función de la denuncia...
-No somos actores de oficio, es cierto, pero también es cierto que existe un empoderamiento mayor de la comunidad, y la Ley 20.417 le da la oportunidad a aquellos que se vean afectados o dañados ambientalmente a requerir incluso a los municipios que intervengan en representación de la comunidad.
Los pasivos ya están, los metales pesados ya están, ¿la legislación llegó tarde a Chile?
-En todo el mundo el orden jurídico ambiental ha llegado tarde. En los estados de California y Nevada (EE.UU.), se detectaron en la década del 70 más de 40 mil faenas mineras abandonadas, y como en el Estado de California se desarrolló la "fiebre del oro", y el oro tiene uno de los procesos más contaminantes, la decisión fue resolver eso pensando en las generaciones futuras, y resulta que hoy nadie piensa en California como una zona contaminada por relaves mineros, eso gracias a que a lo largo de décadas se logró generar una reconversión.
¿Eso se puede hacer acá?
-Ya se está haciendo acá, porque quienes somos nortinos vemos cómo respecto de chimeneas contaminantes hoy existe abatimiento de emisiones por manga y precipitadores electroestáticos, hay un cambio de tecnología. Hoy sale en la prensa que tenemos plantas de concentración solar térmica, energía geotérmica, es decir, hay un nuevo paradigma de desarrollo económico, el "green capital".
El crecimiento económico y la protección del medio ambiente pueden caminar de la mano entonces.
-Tienen una posibilidad de caminar de la mano en la medida que exista un desarrollo de las inversiones suficiente, por ejemplo, hoy para todos es claro que la posibilidad de instalar una expansión de un proyecto minero sin una impulsión de agua de mar, no es sostenible, de la misma manera que no podemos pensar en destruir glaciares para desarrollar una faena minera en altura. Se impone una forma desarrollar actividad minera que tiene que ser compatible, puede que sea en el margen de un mayor valor, sin embargo, los márgenes de competencia en el mundo van dados por el respeto institucional.
Lo digo de una manera más clara: si alguien piensa que en Chile podrá desarrollar una actividad liberalizada desde el punto de vista de la protección ambiental, se equivoca. Somos un país con un estándar más elevado, y si ese estándar significa que cierto tipo de inversiones no se han de desarrollar, así se hará, porque el país está hoy en una posición de velar por la garantía a vivir en un medio ambiente libre de contaminación.