Reeditan los viajes más desconocidos de Manuel Rojas
La nueva versión de "A pie por Chile", con ilustraciones de Rafael Edwards, incluye 27 crónicas que no habían sido consideradas. El libro visibiliza lugares escondidos de Chile y muestra en su autor a un sensible padre de familia.
El libro se potencia con fotografías personales e ilustraciones de Rafael Edwards. Catalina Infante, editora de Catalonia, explica la elección del ilustrador: "Nos pareció que el estilo llevaba la mezcla perfecta entre lo tradicional y lo contemporáneo. Por lo demás, Rafael estaba conectado con la obra de Manuel Rojas, ya que había sido muy amigo de su madre, tenía una conexión emotiva con el autor y eso siempre le da un toque especial al trabajo artístico".
Infante cuenta que la reedición de este trabajo fue iniciativa de la Fundación Manuel Rojas. "Nos pareció coherente poner a disposición de los lectores un nuevo título de Manuel Rojas dedicado a los viajes", comenta.
Desde la Fundación, donde se administra el legado literario del autor, su presidente Jorge Guerra detalla que "se agregaron crónicas casi desconocidas y eso es mérito de los editores Daniel Muñoz y Gabriel Romero, que buscaron en los escritos temáticamente afines con el libro original, aquellos de mayor interés".
-Manuel Rojas piensa en las vacaciones en todo lo que debe comprar en marzo. Se define como de clase media, de hecho. A sus hijos, ¿que les legó con esa manera de cruzar Chile?
-Por supuesto Manuel Rojas fue un esforzado chileno de clase media, que "peló el ajo" casi toda su vida. Desarrolló innumerables oficios desde su infancia y ya de adulto ejerció varios trabajos, muchas veces simultáneamente, y nunca lo abandonó su preocupación por tener lo suficiente para vivir, a pesar del reconocimiento que logró en los últimos veinte años de su vida. Entre el legado a sus cercanos, a sus hijos, está el cariño por su tierra, no en el sentido patriotero y chauvinista, sino sobre todo el interés por conocer a los habitantes. En las largas caminatas que hacía acompañado de sus tres hijos les iba describiendo y nombrando el nombre de los árboles, las flores, los pájaros. Otras veces permanecía en un largo silencio del que era imposible sacarlo, absorto en un pensamiento, repasando alguna idea para algo que estaba escribiendo.
-Un hijo le salva la vida cuando está perdido en la nieve. ¿Qué cree que significaba la paternidad para Rojas?
-Su paternidad hay que entenderla primero desde su temprana viudez. Su mujer muere a los pocos años de casados y queda con tres niños pequeños: María Eugenia, Patricio y Paz. Viene la obligación de ser padre y madre y un sentimiento de inmovilismo, un sentimiento de limitación a la libertad que él siempre defendió. Debe haber sido duro transformarse en un padre que debía someter a sus hijos y, sobre todo, resignarse a criarlos dentro de un sistema y formalidad que él no había vivido y, me atrevo a decir, que no él compartía del todo. Tiene que haber sido un permanente conflicto para alguien que había conocido en su juventud los postulados libertarios de la Escuela Moderna de Francisco Ferrer, por ejemplo. Su hija Paz recuerda que cuando ellos llegaban a la casa con las tareas escolares, él los apartaba de esos deberes para leerles a Faulkner, Dos Passos, Wilde o Kipling. Más tarde se casa con Valerie López Edwards. Ahí parece que su conflicto se deshace y finalmente termina cediendo, dejando en sus manos la domesticación de esos niños. Si hasta intentos para que hicieran la primera comunión hizo la nueva madre.
-La descripción del cóndor es una de las más hermosas del libro, que muestra gran sensibilidad por los animales en su libertad y no en su cautiverio urbano. ¿Cuál era la relación de Rojas con la naturaleza?
-Manuel Rojas fue un aventajado conocedor de las aves y salir a buscarlas también era una buena manera de acercarse a la naturaleza, sin limitaciones, en su propio medio, a cielo descubierto. Creo que los gringos llaman a este gusto "bird fever": fiebre de pájaro. Su cuento "Mares libres" nos habla del elevado conocimiento que tenía por las aves y otro relato, "Pancho Rojas", nos conecta, a través de la imagen metafórica de un pájaro, con el derecho a la libertad de todos los seres que habitan este planeta.
-¿Cómo cree que toma conciencia del estilo necesario para la prensa, que, evidentemente, no es el mismo de sus novelas mayores?
-Manuel Rojas desarrolló tempranamente el oficio de cronista para diferentes periódicos, primero para publicaciones de carácter anarquista como "La Batalla" o "Numen", todo esto antes del año 20, y luego para "El Diario Ilustrado", "El Mercurio", "Los Tiempos", "Las Últimas Noticias" y, al final de su vida, para "Clarín". Alguna vez dijo que él era un agradecido de su trabajo periodístico por el entrenamiento que daba en la destreza para manejar distintos temas e ideas y en la composición y vivacidad de lenguaje. Su ocupación periodística fue un complemento para su vocación de narrador y recordaba a un teórico inglés que decía que el periodismo era un buen bastón, pero una mala muleta, o sea, útil por un cierto tiempo, pero nocivo si se ejerce para siempre.
-¿Hay más material en las colaboraciones periodísticas de Rojas para hacer nuevos libros?
-Hay mucho material que merece conocerse. Varias decenas de crónicas y artículos que recién, y por fin, empezaremos a inventariar y catalogar. Hasta un escrito sobre la fiebre tifoidea hay por ahí.
Los mapas de edwards lograron captar la ruta literaria de manuel rojas.
"A pie
por Chile"
Manuel Rojas
Editorial Catalonia 256 páginas
$21.900
Por Amelia Carvallo
P ocos pueden contar que su hijo les salvó la vida cuando estaban perdidos en la nieve y nadie puede hacerlo como Manuel Rojas (1896-1973), uno de los narradores chilenos más importantes del siglo XX. Esta vivencia alimenta una de las crónicasde la tercera edición de "A pie por Chile" (Catalonia). En el libro se suman 27 artículos que no estaban considerados, publicados originalmente en medios de Chile y Argentina y que recorren 50 años de trayectoria periodística.
ilustraciones de rafael edwards