Jimena Herrera Montenegro
Un largo pasillo nos lleva hasta una reja. Detrás de las ventanas se pueden ver juguetes y ropa de niños, de los cuales hasta ese momento no sabemos nada. No sabemos cómo llegaron ahí, ni por qué. Solo sabemos que han sufrido y que fueron maltratados por la vida y por las personas que supuestamente debían amarlos.
Tocamos el timbre y nos abre Antonio Rando, profesional del centro Amor y Vida de la corporación Los Laureles, que presta servicio de residencia a cerca de 30 niños derivados del Sename. Son neonatos, lactantes y niños hasta 7 años.
Las habitaciones son ventiladas, amplias y con aroma a colonia de bebé. Unas pequeñas camitas dispuestas en hilera. Una habitación para las niñas y otra para los niños. Sus baños separados y con diseños infantiles. Todo es pequeño.
Antonio es kinesiólogo, capacitado en estimulación temprana. "Somos uno de los primeros hogares que tiene área clínica. Acá trabaja un médico, una enfermera, una nutricionista y una fonoaudióloga, los cuales se suman al equipo psicosocial", detalla.
El profesional dice que el trabajo que realizan con los pequeños es completo. No solo en la atención clínica, sino además en la prevención para evitar que los niños sean hospitalizados.
"Hay medicamentos, todos contabilizados. Las salas de neonatología deben estar temperadas, porque los bebés no regulan su temperatura, implementamos la sala de aislamiento en caso que si se enferma un niño y está muy complicado, podamos evitar el sobrecontagio", agrega.
Entramos a la sala de los neonatos. Una mujer con ternura mese la pequeña cuna de una bebé que está despierta y que la mira fijamente, como recordando a quien fuera su madre, evocando la dulzura de los primeros meses de vida.
Son tres los bebés en esa sala, los otros dos duermen plácidamente, empuñando sus pequeñas manitos.
Angustia
Seguimos el recorrido y llegamos a la sala de terapia psicológica. Los profesionales aquí conversan con los niños y Antonio dice que "llegan con angustia. Hay algunos que han sufrido mucho, los sacas de donde estaban y lo que para nosotros no es normal, para ellos si lo es, entonces hay que llevarlos a la normalidad".
También hay un gimnasio infantil y una sala de estimulación, las cuales -explica Antonio- son fundamentales en el crecimiento cognitivo y emocional de los niños.
"De hecho por cada tres meses que están en una residencia, existe un mes de retraso en su desarrollo, lo cual hemos estado evitando con las intervenciones".
De una oficina sale Macarena, la nutricionista, quien confiesa que para ella esto es mucho más que un trabajo.
"Conocemos la realidad de los niños y de sus familias, entonces saber que van a volver nuevamente a ese mismo lugar donde sufrieron tanto, es doloroso. Pensamos ¿por qué se van?. Es inevitable no involucrarse. Un niño que recién comienza a hablar y que su primera palabra sea tía, en vez de mamá, es fuerte", relata.
La nutricionista tiene todos sus implementos ordenados y limpios en la sala de leches. Prepara minutas y mamaderas a los niños de acuerdo a los requerimientos nutricionales, edades y pesos de cada uno.
"Hay muchos niños que llegan en estado de desnutrición. Ninguno tiene lactancia materna, si veo que falta leche comienzo a llamar a la gente que dona para pedir. Recibimos leche Purita del consultorio y las Nan para los niños prematuros", detalla.
Ella no solamente está a cargo de la comida, sino además cumple con un rol maternal importante en la etapa inicial de cada niño.
"Cuando llegué las primeras semanas me las lloraba todas, y el doctor me dijo: no generes vinculo madre-hijo, porque en algún momento te vas a ir y ellos se van a quedar con eso que otra vez alguien se va".
Recuerda otro hecho que fue muy fuerte. "Cuando llovió, por un tema de prevención, nos autorizaron de tribunales que retiráramos a los niños. Yo me llevé a mi casa a una guagüita de cinco meses, el Tomy, y lo tuve dos días conmigo. Después llego acá y nos avisan que el niño se va. Para mí fue como que me arrancaran algo, lloraba mientras les daban indicaciones a la familia".
También cuenta que hay niños que dicen: ´estamos aquí por un rato pero ya me va a venir a buscar mi mamá´, y tienes que decirles que acá igual van a estar bien".
"Muchas veces nos pasa que viene gente y quedan sorprendidos de lo bien que están los niños. O vamos a controles de niños sanos a los consultorios y nos dicen ´tienen que lavarles el potito al bebé, pero háganlo con una toallita húmeda, porque me imagino que no tienen agua´. Entonces se imaginan lo peor de un hogar", agrega.
Acúname
Patricia González, presidenta y fundadora de la Corporación Los Laureles, ha dedicado su vida al trabajo con estos niños. Ella cuenta que existe un programa llamado "Acúname", el cual busca que los bebés reciban estimulación temprana gracias a los cuidados y visitas de voluntarios.
"Van hombres y mujeres a acunar bebés, juegan a la ronda y les cuentan cuentos, lo único que no pueden hacer es bañarlos, todo lo tiene que hacer una asistente. Si van al baño, los acompaña la asistente. Tenemos estrictas medidas, ellos también pasan por examen psicológico y entrevista".
El Sename arrastra una carga negativa que a ratos pareciera ser irreparable. Sin embargo, hay muchas instituciones y personas anónimas que entregan su vida a los niños. La corporaciones un ejemplo, con un equipo de profesionales que dedican su tiempo para darles amor y cariño a estos pequeños que ya vinieron al mundo en total desamparo.
"Programa de voluntariado Acúname"
"Cuando llegué había un bebé y me tocó darle su primera cucharada de comida, y eso es muy importante. Ella tal vez no lo va a recordar pero siento que sí estoy haciendo un aporte en su vida. Cada vez que puedo recomiendo que la gente postule".
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Voluntaria "Acúname"
Voluntaria
"Acúname"
"El voluntariado es muy necesario porque son pocas las manos. No hay el dinero, no existe la cantidad suficiente como para tener personas que estén ayudando. Esto solo es conciencia social y corazón". "Estos niños son muy vulnerables, más que cosas materiales necesitan atención. Nosotras los tratamos igual a que un hijo, les damos el mismo cariño y la calidez de una madre. Justamente como atendimos a nuestros niños "."
Presidenta Corporación Los Laureles
Trabajadora del Hogar
Nice Cárdenas
Sara Montes
Patricia González
Marcelina Canihuante